Alfonso Gil
Un impecable Barcelona dio el primer paso hacia el triplete al que aspira en la presente temporada y ganó la Copa del Rey tras truncar con autoridad el sueño copero del Athletic de Bilbao, que se quedó sin opciones tras el arranque espectacular de su rival en el segundo tiempo.
El Athletic llevó el partido a su terreno durante la primera media hora de juego, pero el Barcelona se recompuso ya en el tramo final del primer periodo, logró empatar antes del descanso y remató el trabajo en menos de diez minutos, con tres goles que dejaron todo resuelto a media hora de la conclusión del encuentro.
De entrada, pues, se jugó el partido que quiso el Athletic. Joaquín Caparrós le ganó en los minutos iniciales la mano a Pep Guardiola. Puso al zurdo Yeste en la derecha con Puyol y a David López en la izquierda para tapar a Alves. Así, su equipo impuso el fútbol que más le interesaba, con presión y sin dejar espacios para que el Barcelona pensara.
La guinda al buen inicio del Athletic fue el gol de Toquero en una jugada a balón parado. Yeste sacó un córner a la izquierda de Pinto y el delantero vasco remató impecablemente al fondo de la portería de Pinto. El tanto dio paso a los mejores momentos del Athletic, sólido en defensa, intenso en el centro del campo y acertado en la pelea de sus dos atacantes ante la defensa rival, a la que puso en problemas.
El Barcelona estaba desconcertado. No tenía la salida de balón que le caracteriza y la conducción individual de la pelota no le daba resultado, lo que no impidió que en una acción aislada, Eto'o se quedara solo ante Iraizoz, pero Amorebieta desbarató la oportunidad del equipo catalán. Era el minuto veinte.
El primer síntoma claro de recuperación del Barcelona llegó con el gol del empate. En esos momentos, el lateral izquierdo Sylvinho ya realizaba ejercicios de calentamiento en la banda.
Daba la impresión de Puyol iba a volver al centro porque al equipo le faltaba profundidad. También parecía que el sustituto podía ser Touré Yayá, que ya estaba amonestado. Sin embargo el marfileño, a los 32 minutos de partido, ofreció una arrancada espectacular en la que superó a tres jugadores rivales y lanzó un potente disparo raso que se coló a la izquierda de Iraizoz.
El empate hizo que el Barcelona se creciera, volviera a ser el que se esperaba y propició los peores minutos del Athletic en el primer periodo. El conjunto vasco se vio agobiado por el juego barcelonista, hasta el punto de que la última jugada de peligro antes del descanso fue una peligrosa falta lanzada por Alves cerca de la escuadra de la meta del Athletic.
El Barcelona del inicio del segundo tiempo fue muy diferente al de la primera mitad. Completó la línea ascendente del tramo final del primer periodo y se adueño del encuentro por completo.
Gracias a ello, en tan sólo dos minutos metió dos goles y poco después, en el minuto 64, ya ganaba por 1-4. Messi, Bojan y Xavi, en una magistral falta directa, llevaron la Copa del Rey a las vitrinas del club catalán cuando restaba media hora para la conclusión del encuentro.
Para entonces, el equipo vasco ya había empezado a acusar el esfuerzo físico de la primera mitad y el Barcelona encontraba los espacios que le faltaron al inicio del encuentro para acercarse a la meta de Iraizoz con enorme facilidad, acabando de esta manera con las posibilidades de un Athletic que se fue diluyendo con el paso de los minutos frente a un adversario superiores.
De ahí al final del partido, el Barcelona se sintió muy cómodo sobre el césped, el Athletic muy incómodo y el encuentro llegó a su conclusión con un gran dominio territorial barcelonista y sin apenas aproximaciones del Athletic a la meta de Pinto.