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Los errores condenan a la UD Ibiza a una nueva derrota ante el Alavés

Instante en que la UD Ibiza encaja uno de los tres goles sufridos en la primera parte contra el Alavés. | LALIGA

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Nuevo revés, nueva derrota (la decimoséptima) y otra jornada más sin ganar, algo que no conoce desde el 8 de diciembre del año pasado. La UD Ibiza cayó este domingo contra el Alavés por 4-2 y sigue alejándose de la permanencia.

El equipo celeste pagó su pobre primera mitad, en la que encajó tres goles en 35 minutos. Se las apañó para meterse de nuevo en el encuentro nada más comenzar la segunda parte, pero acabó hincando la rodilla por su inoperancia en ataque en la segunda parte, a lo que hay que unir la dejadez defensiva exhibida en la primera.

Lucas Alcaraz cambió el dibujo habitual y abandonó el 4-4-2. Apostó por poblar la medular con la entrada de Alarcón, que estrenó titularidad, esbozando un 4-2-3-1 con tintes de 4-1-4-1 en ocasiones.

La idea parecía trastocar los planes deportivistas. Y es que poco más de un minuto necesitó Suleiman para generar la primera ocasión de peligro con un disparo desde el vértice del área que el portero despejó a córner.

Sin embargo, esto no fue más que un espejismo. Los babazorros pasaron por encima de un equipo ibicenco que pagó caro sus errores, propios de una escuadra que ocupa el farolillo rojo. Al cuarto de hora de juego cayó el primer gol. Un error de Alarcón a la hora de pasar el balón a Appin sirvió la pelota en bandeja a Moya, que condujo una contra letal finalizada por Luis Rioja con un disparo cruzado. Primer fallo, primer gol.

No se demoró el 2-0. En el ecuador de este primer tiempo, una falta muy escorada en el costado derecho acabó en gol, algo que nadie podía imaginar. Luis Rioja ejecutó el lanzamiento, la barrera, que contaba con dos integrantes, se abrió y Ekain no pudo sacar la pelota en el primer palo, por donde también se vio sorprendido Fuzato. Aunque la pelota iba dirigida a los tres palos, el tanto se le adjudicó a Ekain en propia puerta.

El equipo de Lucas Alcaraz se había visto en un momento con dos goles en contra. La sangría creció en el 35, en un penalti que Luis Rioja transformó. Cuando parecía que lo mejor para la UD Ibiza era que se llegara al descanso, un disparo lejano de Diop rebotó en un defensa y superó por alto al portero, subiendo así al electrónico el 3-1 con el que terminó una primera mitad para olvidar, no sin antes otro susto para los unionistas en un remate de Villalibre que rozó el palo.

La segunda parte
El panorama cambió por completo nada más reanudarse el encuentro. Lucas Alcaraz introdujo cuatro cambios de inicio: Morante, Javi Vázquez, Marcos Mauro y Bogusz por Appin, Escobar, Martín Pascual y Suleiman. Sin apenas tiempo para ver el rendimiento de los cambios, un polémico penalti sobre Ekain a instancias del VAR metió de lleno a la UD Ibiza en el partido. La pena máxima la transformó el propio delantero de Durango para hacer el 3-2.

El Alavés dispuso de una ocasión múltiple en el 54 que Fuzato desbarató. El portero celeste también despejó un disparo de Villalibre en el 58. Con todo, quien dominaba el juego era la Udé, que había recuperado la confianza. Eso sí, no era capaz de poner a prueba al cancerbero, prácticamente un espectador más. De hecho, no tuvo que hacer ninguna parada.

Las opciones de empatar se marcharon al limbo en el 85. Fausto Grillo vio la tarjeta roja por una entrada sobre Sylla, que previamente había sustituido a Villalibre, y la empresa se complicó ya demasiado. Y más que lo hizo en el descuento, en el que Marcos Mauro se autoexpulsó en una acción impropia de un futbolista veterano. Agredió a un rival delante del árbitro y se fue a la calle. El acta arbitral señala que lo que hizo fue «golpear a un contrario con la mano en la cara de manera no insignificante, no estando el balón en juego».

El Alavés no desaprovechó su superioridad y sentenció la contienda en el 92 por mediación de Alkain a pase de Sylla. De esta forma, los babazorros certificaron su quinta victoria consecutiva a costa de una Udé que continúa hundida en la tabla –con una jornada menos por delante– y que protagonizó un día más en la oficina, un partido más en el que se marcha con la cabeza gacha. No hay manera.

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