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Saúl y Moyá salvan al Atlético de otro apuro

El portero del Atlético de Madrid, Miguel Ángel Moyá (i), para un balón. | Efe

| Madrid, España |

Atlético de Madrid 1 – 0 Las Palmas
Atlético de Madrid: Moyá; Vrsaljko, Savic, Godín, Lucas; Koke, Saúl, Gabi, Carrasco (Fernando Torres, m.76); Griezmann (Thomas, m.89) y Gameiro (Gaitán, m.83).
Las Palmas: Javi Varas; Míchel Macedo, Lemos, Bigas, Helder Lopes (Dani Castellano, m.83); Vicente Gómez (Tana, m.83); El Zhar, Montoro, Roque Mesa, Jonathan Viera; y Livaja.
Gol: 1-0, m.59: Saúl Ñíguez.
Árbitro: Mario Melero (C. Andaluz). Amonestó a los locales Saúl (m. 42) y Carrasco (m. 72), y al visitante Roque Mesa (m. 56).

Una parada de Miguel Ángel Moyá y un gol, casi inmediatamente después, de Saúl Ñíguez a la hora de partido provocaron la victoria del Atlético de Madrid contra Las Palmas, muchísimo más valiosa en lo numérico que en el juego, que casi siempre le perteneció al conjunto canario, merecedor de algo más.

El resultado fue del Atlético, que alivió su necesidad, pero no su inquietud, aún a muchísima distancia de ese equipo firme, fiable y goleador de un mes y medio atrás; todo lo demás fue de Las Palmas, mejor con el balón y sin él a partir del primer cuarto de hora, aunque sin tantas ocasiones como buscó con su juego. Y derrotado.

Al Atlético aún le falta mucho fútbol y constancia. Tuvo claro el plan 20 minutos. Después se apagó hasta la oscuridad, superado por Las Palmas, al que sólo dominó ese tiempo, cuando le presionó en su salida de balón, cuando provocó sus errores, cuando jugó en campo contrario, conectó y tuvo alguna ocasión. Menos de un cuarto del partido; el resto fue de su rival, que perdió sin merecerlo.

En ese rato, entre tantas dudas, que aún permanecen invariables en el juego del Atlético, nada suelto con la pelota, su puesta en escena fue al menos prometedora. También las conexiones por la derecha entre Koke y el croata Sime Vrsaljko; el flanco por el que el equipo local encontró algo de desborde, claridad y oportunidades.

Desde ahí, o desde las botas de Koke, bien al inicio, inadvertido después, surgió casi todo lo bueno en ataque, muy poco, del Atlético, peleado de nuevo con el gol, como personifica su pareja de ataque, los franceses Kevin Gameiro y Antoine Griezmann, en el primero por promedio por ocasión y en el segundo por toda la facilidad que tenía antes y no tiene ahora sobre la meta contraria.

Al Atlético, entonces, se le fueron tres oportunidades, dos de Gameiro, y una doble entre Saúl, al poste, y Griezmann, con el tiro posterior. No marcó del equipo rojiblanco. Y comenzó otro partido en el minuto 20, muy distinto, el que propuso Las Palmas desde el balón, con precisión, movilidad y visión, y el que no quería el bloque madrileño, agobiado, inseguro y nervioso.

Salió indemne el Atlético, desde entonces detrás de la pelota, superado en el centro del campo, hoy compuesto de inicio por Saúl Ñíguez y Gabi Fernández, y en la presión, en la que un par de pases en la salida canaria rompían líneas con simplicidad, toda la que transmite Las Palmas cuando tiene la pelota, paciente y milimétrico.

Realmente, el conjunto canario amagó más que golpeó por el área local camino del descanso, con una excepción: el derechazo que lanzó desde 35 metros el uruguayo Mauricio Lemos, de pronto providencial atrás, con un balón que rebañó a Gameiro, como valiente arriba, con el trallazo que soltó y que repelió el larguero a la media hora.

Por entonces ya había murmullo en la grada, ya era mejor Las Palmas, ya había preocupación lógica en el Atlético, ya se jugaba mucho más en torno al área rojiblanca que en la canaria y no había síntomas de reacción en el conjunto local, desdibujado también al comienzo del segundo tiempo, sin dos pases seguidos y sin ataques.

Pero un detalle lo cambió todo. En este caso dos, separados por apenas un minuto: el primero, la parada salvadora de Miguel Ángel Moyá en un contragolpe terminado por Roque Mesa; el segundo, un rechace que aprovechó Saúl Ñíguez en el otro área, con la izquierda, para recomponer al Atlético. Su primera ocasión desde el minuto 15.

Era ya el 59, con muchos minutos antes de dominio incuestionable de Las Palmas sin gol, el que encontró el conjunto rojiblanco en una jugada aislada y el que defendió hasta el final, sin tanto sufrimiento como se preveía, con una parada más de Moyá, pero a la vez sin ninguna certeza hasta el pitido que resolvió otro apuro.

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