Argentina asestó este martes la tercera caída en línea a la selección de Brasil, la primera dentro de su casa en la historia de las eliminatorias, y la dejó sumida en una crisis al cierre de la sexta fecha, que dejó al campeón del mundo sólido en la cima y a Uruguay como escolta. La alegría de la Albiceleste al final del partido en el estadio Maracaná quedó ensombrecida por la manifestación del seleccionador Lionel Scaloni, quien en conferencia de prensa dejó en suspenso su permanencia en el cargo. Explicó que el listón de los logros obtenidos por Argentina ha quedado muy alto y los jugadores necesitan un entrenador que tenga «todas las energías posibles». Las declaraciones de Scaloni contrastan con la situación difícil en la que han quedado otros colegas en las eliminatorias, pero por sus deficientes resultados: Fernando Diniz en Brasil, Juan Reynoso en Perú, el interino Nicolás Córdova en Chile.
Argentina venció a Brasil con un gol de Nicolás Otamendi en el minuto 62 en el Superclásico en el Maracaná y le infligió una dura derrota a su rival que nunca había perdido en casa en las eliminatorias sudamericanas para terminar el año en la cima de la clasificación con 15 puntos. Brasil sumó su tercera derrota y la de este martes, la más humillante. Con 7 puntos ocupa el sexto lugar, el último puesto que garantiza cupo directo para el Mundial 2026. Y en la cuerda floja está el entrenador interino, Fernando Diniz, cuya cabeza fue pedida a gritos por el público, que ovacionaba cada jugada de los argentinos.
El partido comenzó con 27 minutos de retraso por una pelea en la tribuna en la que estaban concentrados los hinchas argentinos y una fuerte represión policial. Los jugadores visitantes intentaron calmar los ánimos y, ante el fracaso de sus intentos y liderados por Lionel Messi, se retiraron a los vestuarios por 17 minutos. El caldeado ambiente en las tribunas se trasladó a la cancha y como resultado de ello hubo un expulsado: Joelinton, a los 82 minutos, por una agresión a Rodrigo De Paul.