En 1977, año de la fundación de Aviba, tenían un peso muy importante las agencias que se dedicaban al receptivo, pero después de fusiones, compras y ventas en esas tres décadas ese peso ha pasado a las agencias emisoras. Actualmente Aviba representa a 119 agencias de viajes, algunas de ellas expansionadas en todo el territorio nacional. Estas 119 agencias tienen aproximadamente 250 puntos de ventas repartidos en Baleares con unos 800 empleados.
—El sector turístico está pasando por un proceso de transformación, adaptándose a las nuevas necesidades de los clientes en un mercado globalizado, cada vez más directo y con más destinos competidores, ¿cómo está afectando esta transformación a las agencias de viajes?
—Dentro lo que son las agencias de viajes, hay que distinguir dos realidades: redes verticales con gran número de puntos de venta y agencias con muchos menos puntos y con estructura más pequeña. A las primeras les afecta en una obligación necesaria a la innovación en cuanto a productos y sistemas operativos que permitan al vendedor prescindir de intermediarios y adaptarse a los nuevos hábitos de viajar del cliente al igual que una adaptación a los nuevos canales de distribución. A las agencias de viajes con menos estructura y menos puntos de venta les afecta en buscar nuevos nichos de mercado y una mayor especialización en cuotas de mercado que le permitan obtener más rentabilidad por venta realizada.
—Desde Aviba se trata de defender los intereses del conjunto del sector ¿cree que el asociacionismo o lobby es imprescindible para la participación en las políticas públicas?
—No sólo es imprescindible; es vital y necesario especialmente en un sector como el nuestro compuesto mayoritariamente por empresas pequeñas que, sin una agrupación empresarial reconocida en los organismos públicos donde acogerse, su voz sería nula ante cualquier estamento público o privado. En cambio, siendo representadas, su voz es tenida en cuenta en cualquier decisión política.
—Y en cuanto a las relaciones con el resto de agentes de la cadena de valor, hemos visto recientemente el apoyo unánime al Reglamento de desarrolla la Ley de Turismo ¿hasta qué punto es clave el consenso con el conjunto del sector turístico? ¿y la colaboración público-privada?
—El sector turístico, motor indudable de la economía balear, tiene que entenderse por necesidad y es de total halago que se haya logrado ese consenso. No podemos permitirnos no llegar a un consenso general dentro del sector cuando es el que nos proporciona tanto a los baleares y todos dependemos de él. Creemos en la colaboración público-privada. Permite la concienciación y acercamiento, binomio adecuado para el entendimiento y defensión de los interés sociales y privados.
—¿Qué medidas destacaría de la Ley del Turismo, o del reglamento, como impulsoras de la actividad económica en Baleares?
—La incorporación de todos los sectores de la cadena de valores dentro de la regulación, el impulso de la calidad del sector turístico y los incentivos de inversión para todos los sectores. Estos tres factores son lo que ha provocado que tengamos una Ley diferenciadora y lo que ha marcado la política turística de esta legislatura en positivo.
—Si se ha impulsado la inversión y la creación de empleo (Baleares lidera la reducción del paro en España) se entiende que los ciudadanos de Baleares disponen de mayor capacidad económica para el gasto ¿perciben una mayor demanda interna? ¿cree que ha aumentado la confianza del consumidor?
—Sí. La economía doméstica empieza a resentirse de las bondades y la salida de la crisis anunciada en la macroeconomía. Se percibe más alegría y empezamos a notar que la calidad también se vuelve a tener en cuenta cuando en estos últimos años el factor precio era el principal y, casi, único factor determinante para la compra.
—En el ámbito estatal ¿qué previsiones tienen del turismo nacional con destino Baleares? ¿cree que Palma ha mejorado su posicionamiento como destino de city-breaks?
—El turismo nacional está en previsión de crecer entre un 10 y 15% y probablemente no tiene más crecimiento por falta de oferta, aunque sería un crecimiento moderado. Tengamos en cuenta que los tour operadores extranjeros ocupan mucha planta hotelera con garantías que se van contratando año tras año. Indudablemente Palma ha mejorado con su oferta tanto en estancias cortas como en temporada baja al haber abierto la ciudad al visitante. Esa apertura también ha provocado que el cliente de escala en cruceros, repita Palma como destino de city break en un próximo viaje.
—¿Cuáles cree que son las claves del modelo económico que se deben reforzar para continuar a este ritmo en la senda del crecimiento?
—Se debe seguir consolidando el impulso a la inversión. Esa inversión debe ir acompañada de la administración pública. Aquí me gustaría destacar los 18 millones de inversión que se han hecho en las zonas turísticas de Mallorca y que debería ser progresiva en el futuro, y además, se debe continuar trabajando en la reforma de la administración y en la reducción de la presión fiscal a las empresas. Esas medidas, más el impulso reformista que se ha llevado a cabo en otros ámbitos como en el Laboral o el Financiero, serán clave para consolidar el modelo de generación de riqueza en el que actualmente estamos inmersos.
—Comentamos uno de los últimos indicadores del sector: Baleares ya ha recibido un 21% más de turistas extranjeros que al inicio de 2014, ¿estamos ganando la batalla a la estacionalidad??
—Estamos ganando batallas pero nuestro objetivo tiene que radicar en ganar la guerra. Hemos conseguido acortar la temporada baja. Los hoteles cada año abren más pronto y cierran más tarde y eso dice mucho. Pero debemos continuar ofreciendo esas ciudades abiertas al visitante, con actividades o establecimientos especializados para esos nichos de mercado emergentes y que nos ayuden a mantener nuestra misma oferta estival en invierno. La estacionalidad no se evitará si sólo contamos con la planta hotelera. El turista exige mucho más que un hotel “abierto” y especialmente el que viaja en temporada baja.