«Yo no quiero ser mantero, me gustaría ser cocinero». Modou Ndiiaye es un mantero senegalés de solo diecisiete años que extiende su mercancía de gafas de sol de imitación, gorras de supuestas marcas conocidas, bolsas y riñoneras. Todo ello en una escueta sábana blanca en la zona de la Seu, atento a la llegada de la Policía Local por si tiene que salir corriendo. Un par de ojeadores permanecen vigilantes en s'Hort del Rei para avisar de la presencia de los agentes.
Este jueves a las diez y media de la mañana apenas había cuatro manteros junto a la Seu. «No tengo papeles, no puedo trabajar», cuenta Ndiiaye, que salió de su hogar con 13 años y se escapó de África hacia Europa, a bordo de una patera que recaló en Italia. Ndiiaye reconoce que «no tengo papeles, entonces no puedo tener un contrato de trabajo». Sin ese requisito, se ve condenado a seguir vendiendo en la calle aunque a él le gustaría trabajar en una cocina.
«Llevo cuatro años vendiendo aquí», contesta el chico, a una edad en la que otros jóvenes están todavía en el instituto. «No me compran mucho. Gano unos quince euros al día, de lunes a viernes». Algunos turistas se interesan por sus gorras de imitación a cuatro euros. Ndiiaye vive en un piso compartido en el Arenal y «pago 150 euros de alquiler, con luz y agua». Sus compañeros proceden la mayoría de Senegal y de Gambia.
Con la llegada de los turistas, los manteros vuelven a acampar en los lugares más emblemáticos de la ciudad, paso obligado de todo turista que se precie. Las quejas de los comerciantes son airadas.
Desde Pimeco, Toni Fuster señala que «en el inicio de temporada ya hemos visto muchos manteros en la Plaça Major, en el Mirador de la Seu, s'Hort del Rei y el Parc de la Mar». Fuster critica que «desde Cort nos dijeron que intentarían que no hubiese manteros pero los hemos visto toda la Semana Santa. Por eso pedimos que haya vigilancia».
Ayer por la mañana había un coche de la Policía Local apostado en la Plaça Major y no había ni rastro de manteros. «Nos quitan clientela. Yo he visto como un mantero cerraba una operación de 200 euros en la venta de bolsos falsificados», reitera Fuster, que insiste en que «no tenemos nada contra estas personas, pero sí de la venta ambulante ilegal». Mientras el PP y Cs incluyen en sus programas electorales la lucha contra esta actividad.