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Surrealismo, magia y fantasía se unen en la adaptación teatral de 'Alicia'

La compañía Teatre Educatiu de Palma representará esta semana en Can Ventosa el cuento de Lewis Carroll

Imagen de la representación de «Alicia», un montaje de la compañía Teatre Educatiu.

T.L./J.H.
La compañía Teatre Educatiu ofrecerá los próximos días 11 y 12 cuatros funciones matinales para escolares de «Alicia», un espectáculo teatral basado en la popular obra de Lewis Carroll. En total, serán 1.600 alumnos los que presenciarán este original montaje, «el espectáculo con más recaudación de la Navidad en Palma, donde ha estado desde el 22 de diciembre hasta el pasado domingo», comentó a este periódico un responsable de la compañía. Aunque por compromisos de fechas no pueden ofrecer en esta ocasión una función abierta a todos los públicos, la obra volverá con ese propósito a la isla cuando terminen una gira por Andalucía.

Dirigida por Jorge Aliaga y traducida al catalán por Neus Oliver, «Alicia» es el fruto de la unión de dos textos de Carroll, «Alicia en el País de las Maravillas» y «Alicia a través del espejo», publicadas en 1870. La escenografía es de Josep Borrás y la música de Noel Quintana. En total, sobre la escena aparecen 26 personajes que son interpretados por sólo siete actores: Anna Maria Gagu, Pere Joan Munar, Rafa Martínez, Rosa Janer, Lluís Caldas, Agustí Martínez y Ana Herranz.

En opinión de Gagu, quien da vida a la heroína de Carroll, «Alicia es un personaje rebelde; quiere comprender aquello que no entiende, quiere saber siempre más». Por su parte, el director del montaje explicó a este periódico que siendo dos historias fantásticas «para adultos, tienen sin embargo una lectura e interpretación distinta para los niños, conservando, desde luego, el espíritu surrealista del texto».

El objetivo de esta versión en catalán de Neus Oliver ha sido el de unir los dos cuentos de Carroll para destacar lo más valioso de ambos sin que se viese afectada la coherencia teatral. En este sentido, «Alicia» es un espectáculo teatral con un ritmo frenético, en una sucesión constante de personajes y gags en el que resulta importante la participación y la complicidad del público. «El tono surrealista puede ser comprendido y aceptado por los niños, ya que se trata de un absurdo que el joven espectador capta con facilidad. La obra simboliza también la soledad del niño en el momento del aprendizaje, cuando quiere conocer una cosa y sólamente se encuentra con la pasividad del adulto», señaló Aliaga.

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