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Por fin tenemos impuesto turístico

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Por fin tenemos impuesto turístico. Hemos logrado poner una multa a nuestros mejores clientes, los que se alojan en un establecimiento reglado. Por sino pagaban ya bastantes impuestos, ahora les obligamos a pagar más, y solo a ellos.
No conozco ningún impuesto que de salida sea tan injusto.

En primer lugar, lo pagará solo una parte de los contribuyentes que deberían pagar. Quizá ni la mitad. Cuando se publiquen las cifras de recaudación por establecimientos sabremos exactamente qué habrá pasado, y se pondrán cifras a la injusticia. Toda la oferta ilegal, alegal, clandestina... no habrá pagado.

En segundo lugar es discriminatorio entre residentes y no residentes. Que solo nuestros visitantes deban contribuir especialmente a proteger nuestro medio ambiente es un “apartheid” turístico. No se entiende por qué los residentes en Balears no deben ser solidarios con su medio ambiente. Al fin y al cabo, estamos aquí todo el año. Pero nuestros dirigentes son muy listos: que nos lo pague otro.

En tercer lugar, es un paradigma de lo antidemocrático. ¿Cómo se entiende que quien paga un impuesto directo no pueda opinar/votar sobre su contribución? La “radicalidad democrática” de la nueva política ha tenido un recorrido muy limitado. A los turistas no se les da la opción de opinar.

En cuarto lugar, y exclusivamente para las empresas de alojamiento, más cargas burocráticas y más trabajo, que será gratuito para el Govern.

En el caso de Eivissa y Formentera, islas en las que la recaudación será más intensa que en Mallorca y Menorca, debido al mayor peso de la actividad turística dentro de nuestro PIB, la recaudación se irá a nuestros más próximos competidores, Mallorca y Menorca. Quienes desde Eivissa y Formentera han propiciado este impuesto deberían ser largamente recompensados en Mallorca por los méritos acreditados.

Se ha vendido como un gran instrumento de política turística y se anuncia que habrá otras herramientas para mejorar nuestro turismo. Da miedo pensar en qué estarán pensando. Todo se basa en la convicción de que el turismo irá bien, aunque se le penalice y se le discrimine. Lamentablemente no será así, y pronto notaremos los efectos de una política turística completamente equivocada.

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