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Mayores y jóvenes

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La no sostenibilidad de las pensiones españolas es una afirmación convenida. Se dice que hay que aumentar los ingresos, nadie se atreve a hablar de recortar las pensiones. Pero el baby boomer que suscribe quiere señalar tres cuestiones.

La primera: se nos dice que hay que ahorrar. Eso sí, el dinero que tengas no vale nada. Al revés, el banco te cobra por tenerlo y los fondos de pensiones y otras martingalas, comisiones arriba y abajo, tampoco te comes un rosco. No consigues defender ni la inflación. Por tanto no se trata de ahorrar, se trata de guardar lo que tienes, si puedes. Esto es ya una tomadura de pelo.

Segunda cuestión. Los actuales pensionistas salen a la calle con un discurso sencillo que la clase política capta al vuelo: o se suben las pensiones, o no os votamos. Es un colectivo con tiempo libre y buena salud, y por tanto se puede convertir un asunto incómodo y endémico. A la velocidad del rayo, los partidos acuerdan en el Pacto de Toledo la indexación al IPC. Hay matices, pero al final, todos dicen que sí al IPC para las pensiones, solo faltaba. Nadie se descuelga, y eso que no hay dinero. Otra tomadura de pelo, en especial a la gente joven.

Esta es la tercera cuestión, el timo a la gente joven. Ellos son los auténticos pagadores del asunto.

Cuando los pensionistas piden una mejora de sus pensiones, están pidiendo que los jóvenes paguen más (impuestos o contribuciones sociales) para mejorar sus pensiones. No hay otra: o impuestos o deuda. Pero el que tiene 80 años no pagará la deuda, el que tiene 20 sí. Esquema piramidal que ya sabemos cómo acaban.

Estos jóvenes que tienen empleos precarios, salarios reducidos, y vivienda a precios imposibles, son los llamados a pagar la fiesta. Me parece abusar de la nueva generación. No puede ser que quienes trabajan no puedan llevar una vida digna, y además se les quiera cargar con más obligaciones.

Se entiende que quienes pagaron sus impuestos y contribuciones durante 40 años quieran que se respete su derecho. Pero si ha habido error en las cuentas, que los hay, no es responsabilidad de la juventud de hoy. Ellos no estaban. Sin embargo, la juventud es idealista y no está organizada políticamente. De momento, esta es su perdición, hasta que se dé cuenta de lo que ocurre. Lo justo es que el colectivo de jubilados aceptara que también debe contribuir a pagar la enorme bancarrota que entre todos, ellos desde luego, hemos montado en España.

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