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Colaboración público-privada

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En el mundo en el que vivimos, ya nadie duda de que la colaboración público privada es más necesaria que nunca para sacar adelante proyectos que de otra manera, sería imposible llevar a buen puerto. Lo acostumbramos a oír cuando se trata de movilizar fondos, cuando se trata de mejorar la calidad de la prestación de servicios o bien de ser más eficientes en el uso de los recursos disponibles, por ejemplo. En territorios pequeños como Menorca, pero también a nivel balear, cada vez será más necesario trabajar pensando en esta fórmula, aunque seguramente todavía nos queda mucho que aprender en la puesta en práctica de lo que significa esta colaboración a dos niveles. En nuestro país, la política de las colaboraciones entre lo público y lo privado ha generado una desconfianza y un cierto recelo en la opinión pública muy mediatizado por las concesiones administrativas (véase puertos, por ejemplo) que no han ayudado a impulsar fórmulas que funcionan muy bien en otros países. Recientemente he leído un documento elaborado por la Fundación Cotec en la que ayuda a desgranar una serie de propuestas innovadoras para incentivar este tipo de colaboraciones y en el que sienta de manera pedagógica las bases de lo que debe ser una relación sana entre los dos ámbitos.

Entre otros, el documento explica que la discrecionalidad en la toma de decisiones debe ser siempre compartida en un modelo de gobernanza colaborativa. Esto significa que el sector privado tiene que participar en la definición de los objetivos y los mecanismos de ejecución de los proyectos, pero no puede actuar como mero artífice de un plan estrictamente predefinido por el sector público. En segundo lugar, el riesgo y los potenciales beneficios en los resultados del proyecto se deben distribuir de manera justa y equitativa entre las dos partes, de modo que ambos acuerden una adecuada relación entre riesgo y beneficio. Estamos hablando de contratos de concesión, de convenios de colaboración o de creación de nuevas entidades como por ejemplo consorcios o fundaciones público-privadas. En este sentido, aspectos inmateriales tales como la generación de confianza entre las partes, la rendición de cuentas y los mecanismos de resolución de conflictos, se consideran básicos para la buena marcha de estas alianzas porque pueden contribuir al éxito. Aprendamos de todo ello.

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