Un nuevo artículo publicado en 'Molecular Biology and Evolution', por Oxford University Press, indica que, si bien la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito ha recopilado datos anuales sobre las áreas de cultivo de coca en América del Sur durante décadas (para monitorear el establecimiento de plantaciones ilegales y la deforestación asociada), los científicos no pueden distinguir de manera confiable entre los diferentes tipos de plantas de coca.
Si bien la identificación a menudo se basa en la forma y el tamaño de las hojas, esto no refleja las diferencias entre las variedades de coca cultivadas para extraer el alcaloide cocaína (el ingrediente activo de la droga recreativa), la coca cultivada con fines tradicionales y las plantas de coca que crecen de manera silvestre.
La coca sudamericana ha sido un cultivo fundamental para muchas comunidades andinas y amazónicas durante al menos 8.000 años, y hoy en día sigue desempeñando un papel vital en el sustento de millones de sudamericanos. La gente utiliza sus hojas, ricas en compuestos activos (la cocaína es solo uno de ellos), para rituales culturales, tratamientos medicinales, suplementos nutricionales y como estimulante diario.
Sin embargo, durante el último medio siglo, la demanda mundial del alcaloide cocaína, a través de niveles industriales de extracción de este único compuesto, ha impulsado la agricultura intensiva de esta planta y la ha colocado en el centro del conflicto armado y la deforestación.
La coca pertenece al género Erythroxylum, que comprende más de 270 especies diferentes, muchas nativas de los trópicos americanos. Entre ellas, dos especies de cocas cultivadas se encuentran en regiones mayoritariamente distintas del noroeste de Sudamérica. La más cultivada es Erythroxylum coca (Huánuco coca). Su variedad de coca es nativa de los bosques húmedos de montaña de las laderas andinas orientales de Perú y Bolivia, y su variedad ipadu en la región amazónica. La Erythroxylum novogranatense, menos cultivada, se ha cultivado históricamente en los valles secos de las Cordilleras y la Sierra Nevada de Santa Marta. Los agricultores cultivaron su variedad truxillense ('Trujillo coca') en regiones áridas del noroeste de Perú para uso tradicional y es un aditivo saborizante y estimulante para el refresco Coca Cola.
Se pensaba que las hojas de estas dos especies (plantas cultivadas específicamente para el cultivo humano y adaptadas a un entorno humano) eran diferentes de las hojas de especies silvestres estrechamente relacionadas, Erythroxylum , por ser más pequeñas, redondeadas y suaves. En cuanto a la distinción entre las dos, las hojas de E. coca son, en general, más redondeadas que las de E. novogranatense . Esta simple diferencia se ha utilizado en el campo para los estudios de seguimiento de las plantaciones de coca.
Sin embargo, las diferencias en el tamaño y la forma de las hojas pueden no ser una forma confiable de separar los tipos de plantas. A pesar de los estudios exhaustivos, los límites entre las variedades de coca cultivadas y sus parientes silvestres están mal definidos. Para abordar este desafío, los investigadores utilizaron 1.163 contornos de hojas de 342 especímenes de herbario digital de coca silvestre y cultivada para extraer datos de tamaño y forma. Mediante métodos estadísticos, demostraron que existe un alto grado de superposición entre las especies (y sus variedades), lo que casi con certeza ha llevado a identificaciones erróneas en el campo.
Esto también resalta la importancia de utilizar diversas fuentes para la clasificación de las plantas. Un sistema de clasificación inadecuado para la coca puede impedir la descripción de nuevas variedades. Esto es relevante para las plantaciones dedicadas a la extracción de cocaína, pero, lo que es más importante, también contribuye al conocimiento sobre la identidad de las variedades con características mejoradas para usos alternativos, como suplementos alimenticios, fibras o pigmentos ya obtenidos de estas plantas.
"Estamos repensando la forma de clasificar las plantas de coca, tanto cultivadas como silvestres, después de añadir nuevos datos sobre sus hojas y genes --relata Fabio Andrés Ávila del Jardín Botánico de Nueva York (Estados Unidos) , uno de los autores del artículo--. Esto es importante para la biodiversidad de Colombia y para las comunidades que utilizan la coca con fines tradicionales, ya que proporciona nuevas fuentes de información sobre las plantas de las que dependen".
En este estudio, los investigadores también estudiaron las relaciones genéticas entre las plantas de coca. Compararon los resultados con la clasificación taxonómica existente y evaluaron en qué medida la forma y el tamaño de las hojas coincidían con la genética y analizaron si esto podía utilizarse para distinguir especies y variedades.
El análisis de las agrupaciones genéticas de la coca y el uso de modelos temporales les permitió estimar cuándo se originaron las diferentes especies y variedades de coca. Los hallazgos revelaron que las distintas plantas de coca habían comenzado a evolucionar mucho antes de que los humanos llegaran por primera vez a Sudamérica hace 15.000 años, aunque la cronología de cuándo surgieron las plantas de coca cultivadas y productoras de cocaína sigue siendo incierta.
Si bien la forma y el tamaño de las hojas revelaron rasgos característicos de las cocas cultivadas, a saber, ser más redondeadas en general y más estrechas en la base, los investigadores encontraron que estas características no eran confiables para fines de identificación. En cambio, el estudio destaca el potencial de las técnicas genéticas como un método más preciso para identificar y monitorear las poblaciones de coca.
"Uno de los objetivos principales de nuestra investigación es proponer un sistema de clasificación estable y una base de datos genéticos completa. Esto nos permitirá identificar con seguridad las diferentes poblaciones, variedades y especies de coca cultivada y sus parientes silvestres --matiza Oscar Alejandro Pérez-Escobar del Real Jardín Botánico de Kew (Reino Unido), otro autor del artículo--. Un sistema de este tipo es crucial para desarrollar programas de bioprospección sostenibles y el árbol de coca tiene un potencial inmenso en este sentido. Pero primero, es esencial separar los atributos valiosos de la planta de su asociación con la droga recreativa, reformulando su percepción y destacando sus usos positivos".