Hoy se cumplen 70 años del fusilamiento del alcalde que modernizó Palma. Un día como hoy, en plena Guerra Civil, Emili Darder i Cànaves fue fusilado junto a Alejandro Jaume, Antoni Mateu y Antoni Maria Ques. Su muerte, además de cruel (estaba muy débil y, como no se tenía en pie, fue fusilado sentado en una silla) es tan incomprensible como la de todas las muertes de la Guerra Civil.
El PSM y Esquerra (heredero del partido de Darder) han organizado algunos actos para recordar su memoria pero se ha echado en falta que el Consistorio de Palma no hubiera impulsado un homenaje. Lástima que no haya sido así. Es cierto que Emili Darder ya es hijo ilustre de la ciudad pero una efemérides como la que hoy se conmemora podría haber servido a todos los partidos del Ajuntament para reflexionar conjuntamente sobre la labor desarrollada por el alcalde republicano. No se trata de revanchismo ni de hurgar en viejas heridas, sino de un acto de reconocimiento al alcalde, elegido democráticamente, que modernizó Palma en los años treinta. Y cuyo único delito, para los franquistas, fue su ideología de izquierdas.
A su paso por el Ajuntament, primero como concejal y después como alcalde, puso un empeño especial en la educación y la sanidad. Se construyeron más escuelas que durante los primeros años del franquismo, algunas de las cuales aún se mantienen; se introdujo la música y la gimnasia en los programas escolares, se creó una red de alcantarillado y, entre otras cuestiones, se impulsaron las primeras guarderías municipales.
Emili Darder, con independencia de su adscripción política, se merecería sólo por ese motivo un reconocimiento de la ciudadanía a través de la institución que la representa: el Ajuntament de Palma. Sería, además, una forma de reparar la gravísima injusticia cometida hace 70 años. Y de evitar el olvido.