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Verdades como puños

Que se pudra en la cárcel

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Me da rabia que un indeseable pueda hacerme enfadar, que un don nadie logre exasperarme, que un desgraciado consiga sacarme de mis casillas. Pero mucho peor deben sentirse todos aquellos ciudadanos decentes a quienes inexplicablemente Valtonyc ha conseguido embaucar y hacer que se movilicen a favor de la libertad de expresión, tras oírle decir sobre un escenario: «Matad a un puto guardia civil esta noche. Idos a otro pueblo donde haya guardias civiles y matad uno, me cago en la hostia. (…) Poned una puta bomba al fiscal de una vez». Debe ser muy duro estar en contra de que un «inocente» vaya a la cárcel y comprobar que no es ningún desvalido, sino un fascista descerebrado con ínfulas de mesías y un torpe rimador con notables muestras de disfemia.
No me alegra que nadie vaya a la cárcel. A no ser, claro está, que esté deseoso de ir, como ya es indudable que sucede en el caso de Valtonyc, quien a juzgar por su comportamiento pasado y presente, desea ser encarcelado por encima de todo y ser ensalzado como la víctima de un Estado opresor que no le permite alegrarse por la muerte de otros e incluso animar a otros a llevarlas a cabo. Su derecho de decir lo que quiera no es infinito, sino que tiene su límite cuando se invade la libertad de los demás. ¿En nombre de qué libertad y de qué derecho se anima a nadie a que acabe con la vida de alguien por pertenecer a un colectivo determinado, como el de los miembros de la Guardia Civil? ¿Eso no es un delito de odio, señores de Podem, que para vergüenza general llevaron la causa de este sujeto al Parlament este pasado martes? El líder del PSOE, Pedro Sánchez, defendió esta misma semana en Twitter que «el mal gusto no puede estar castigado con la cárcel» y consideraba «que un rapero entre en prisión es muy mal síntoma sobre el estado de nuestra democracia». Lo que es un mal síntoma de la democracia es no castigar severamente a quien anima a asesinar a otros públicamente. ¿Mirarían hacia otro lado si hiciese lo mismo con los negros, o los gitanos, o los homosexuales, o las mujeres, o los transexuales, o los socialistas?
En la cárcel estará muy bien. Afirma que «se matará en el gimnasio», lo cual es muy apropiado para un indigente intelectual como él, pero es dudoso que logre ser civilizado por la Administración penitenciaria. Saldrá enaltecido como un gran luchador por los derechos civiles y con su agenda repleta de actuaciones y homenajes. Por eso no se molesta en pedir el indulto. Él prefiere la cárcel. Pues así sea.

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