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Una situación de abandono

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Hace muchos años que la central eléctrica de es Ca Marí, además de ser la principal fuente de energía de Formentera, es también la principal fuente de problemas para todos los vecinos de la zona donde está ubicada. Ese colectivo de vecinos acumula innumerables reuniones con las autoridades competentes en la materia, intentando exponer todos los problemas que la central viene provocando y que hacen que incluso en plena temporada de verano se vean obligados a vivir prácticamente encerrados en sus casas, sin apenas poder airearlas, con la necesidad de tener bien cerradas puertas y ventanas y, además, impidiéndoles disfrutar, como podrían y como tienen derecho, de sus terrazas y jardines.

Como no podía ser de otro modo, esos mismos vecinos, cansados de promesas incumplidas y viendo la dejadez y el nulo interés demostrado durante la pasada legislatura por la Conselleria del Govern balear al frente de la cual estuvo durante más de tres años el menorquín Marc Pons y que era la que durante todo este tiempo tenía las competencias en materia energética, acabaron presentando en octubre del año pasado un escrito ante la Fiscalía por los muchos problemas que tanto los ruidos como las emisiones de humos llevan ocasionándoles más de 15 años.

Parece ser que, el pasado mes de febrero, la Fiscalía comunicó a los presentantes del escrito que su denuncia se aceptaba a trámite. Ninguna de las dos cosas, ni la interposición de la denuncia ni su admisión a trámite, deberían haber sido necesarias si se hubiera trabajado con la dedicación y el interés que la magnitud del problema merecía.

Cabe señalar que, en su momento y en los primeros meses de la pasada legislatura, se hicieron gestiones ante el ministerio correspondiente en Madrid, exponiendo la situación y tratando de encontrar una solución lo más rápida posible al problema. Se informó por parte de Madrid que la situación estaba encallada y que básicamente se debía a que nadie había propuesto ni presentado alternativa alguna a la que en su momento se pretendía llevar a cabo por parte de Endesa. Lo que pretendía la citada compañía era la sustitución de la turbina actual de la central y, para ello, presentó el correspondiente proyecto, esperando obtener el permiso para llevarlo a cabo. El citado proyecto nunca llegó a obtener la autorización de Madrid y fue así fundamentalmente porque excedía la potencia que se podía autorizar. Se planteó entonces, por parte de la Conselleria balear, la posibilidad de modificar el proyecto de nueva turbina, adaptándolo a la potencia máxima requerida por la normativa en vigor y estudiar la fórmula que, con el menor impacto ambiental, permitiera complementar la necesidad de una mayor producción energética para la isla. Se comunicó a los vecinos de es Ca Marí el resultado de esa reunión y no les pareció mal la propuesta.

Ahora bien, tuvo lugar el cambio de responsable al frente de la Conselleria y, con la llegada a la misma del antes mencionado Pons, se trastocó el orden de prioridades en cuanto a los trabajos que estaban iniciados. Este problema, en concreto, quedó en el cajón del olvido tal como queda de manifiesto con la decisión de los vecinos de acabar recurriendo a la justicia como último cartucho para tratar de solventar una situación que ya viene durando demasiado.

No sé si desde Palma pensarían que toreando a los vecinos durante todos estos años se avanzaría con la instalación definitiva del nuevo cable entre Eivissa y Formentera, en la que la empresa Red Eléctrica lleva ya tiempo también trabajando. Pero parece ser que este proyecto de nuevo cable también ha topado con serias dificultades para su ejecución y, por ello, el colectivo de vecinos afectados sigue con los mismos problemas de siempre y se ha visto obligado a acudir a la justicia.

La Comisión Balear de Medio Ambiente aprobó el pasado martes la denominada autorización ambiental integrada para esta central de es Ca Marí, lo que obligará a Endesa a aplicar medidas de reducción de las molestias. Pero lo cierto es que reducir las molestias no es resolver el problema.

Resulta penoso que, por desidia y dejadez, deba ser la justicia la que acabe resolviendo una situación que algún político no ha sabido solventar.

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