La tecnología se ha convertido en un elemento de consumo habitual y prácticamente imprescindible en el día a día. Está presente en infinidad de tareas y cometidos, relacionados con el trabajo, los trámites, la salud, la información, la socialización, el entretenimiento, el ocio e incluso las adicciones. Esta diversidad de usos nos obliga a diferenciar y discriminar, de la misma manera que los alimentos, sobre qué tipo de tecnología consumimos.
Entre otros factores, la combinación de edad, hábitos y engullir digital afectará y determinará nuestro nivel de salud. La cantidad de tiempo que utilizamos, el formato de pantalla, la clasificación o el estándar de tecnología que consumimos establecerá nuestro peso digital. El Indicador de Consumo Tecnológico (ICT) definirá si tenemos un peso bajo, normal, sobrepeso u obesidad digital y como esta puede afectar a nuestra salud.
Para establecer a qué grupo pertenece una determinada tecnología se evalúan factores relacionados principalmente con el efecto neuronal y físico de su consumo, la cantidad consumida y las características personales del usuario. Es decir, como su utilización impacta o altera mecanismos cognitivos relacionados principalmente con la dopamina que a su vez condicionan comportamientos psicofísicos necesarios para un desarrollo saludable.
Una clasificación común que podemos encontrar es la que define a la tecnología en tres tipos: saludable, basura y tóxica. La tecnología saludable agrupa aquella que tiene relación con la salud, la educación, la comunicación, la información, etc. que ayuda al desarrollo de la persona. La tecnología basura es aquella que no aporta “nutrientes” ocupando mucho tiempo del día y se relaciona con las redes sociales, las app's, los chats, las compras, el entretenimiento ocioso, etc. además de no ayudar al desarrollo psicoevolutivo de los menores puede genera alteraciones en los procesos de aprendizajes. Y por último, la tecnología tóxica es aquella que tiene un alto potencial adictivo y patológico, se relaciona en un primer nivel con el juego online, la imagen corporal, los like's, los retos virales, etc. y en un segundo nivel con las apuestas, la pornografía, el acoso, etc.
De la misma forma que a los bebes se les introducen los alimentos de una forma escalonada y adecuada a su maduración, la tecnología digital se debería incorporar de una manera ajustada a las capacidades y al desarrollo psicoevolutivo de los menores. De esta manera se podrían evitar situaciones de sobrepeso y obesidad digital y sus adversas consecuencias.
Piensa en el tipo y la cantidad de tecnología que consumes, añade el tiempo que le dedicas y podrás hacer una valoración básica sobre tú peso digital.
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