El 28 de mayo del próximo año habrá elecciones municipales y en noviembre del mismo año se van a celebrar las elecciones generales. Algunos pensarán que hablar de este tema es precipitado pero, en realidad, no lo es en lo absoluto. Los partidos a quienes les pregunten sobre el tema tienen la obligación de decir que aún falta mucho tiempo y que hay que centrarse únicamente en servir a la ciudadanía. Y no les falta razón. Pero no hay un sólo partido serio que no tenga una sala de máquinas urdiendo estrategias para afrontar el año 2023. No voy a tener la absurda temeridad de hacer especulaciones sobre sobre lo que se está fraguando en estos partidos pero sí intentaré poner sobre la mesa algunos elementos con los que han de trabajar. La izquierda ha gestionado muy correctamente temas como la pandemia, los fondos europeos, la reforma del mercado laboral e incluso un volcán, pero la guerra de Ucrania ha tenido un impacto negativo en los bolsillos de la ciudadanía. Por otro lado, la división creciente y la pérdida credibilidad de Unidas Podemos es un lastre importante para la izquierda. En cuanto a la derecha, Pablo Casado, faltón hasta el extremo, ha sido sustituido por un Feijóo infinitamente más serio y educado pero que, curiosamente, ha dado el visto bueno a los pactos con Vox y tiene encantado a la presidencia de Madrid, el ala dura del PP. Este giro también puede ser un importante lastre para el PP. Con este panorama, en las las salas de máquinas de los partidos se suda mucho y se toman muchos cafés.
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