La jugarreta que le ha hecho Joan Torres al alcalde de Sant Antoni, Marcos Serra, tiene pocas explicaciones. A la vista de lo que dicen del aún concejal quienes le conocen, está claro que el ego le ha jugado una mala pasada. Como bien le dijo el primer edil, ni él es Gabriel Rufián, ni Serra tiene la más mínima intención de actuar como Pedro Sánchez. Ni el PI es ERC, ni el PP se caracteriza por la falta absoluta de escrúpulos de este PSOE.
Que Torres ha jugado mal sus cartas es evidente porque, si bien es cierto que ha logrado romper el gobierno municipal, también lo es que esto tendrá un coste en las urnas para el partido el próximo mes de mayo. Y es que una vulgar reedición de la también vulgar Unió Mallorquina no parece que vaya a solucionarnos nada en esta isla.
Si lo de Torres es una cuestión de egocentrismo, lo del PSOE y Unidas Podemos solo puede considerarse mala baba. Los socialistas y los podemitas están encantados en un escenario que les permite bloquear los presupuestos de 2023 en la Villa de Portmany. Algo que será nefasto para los ciudadanos. Y algo que, además, demuestra que su reivindicación del diálogo y la negociación es pura propaganda. Es muy sorprendente que quienes siempre andan exigiendo a los demás cintura vengan ahora de dignos anunciando que no negociarán con Marcos Serra porque blablabla.
Al alcalde le queda la salida más digna y valiente: gobernar en solitario hasta el final de la legislatura. Los simples pensarán que lo tienen acorralado. Los normales preparamos ya la palomitas para ver qué excusas dan socialistas, podemitas y narcisistas a la hora de votar no a, por ejemplo, la subida salarial de los funcionarios o los convenios con Cáritas y Cruz Roja.