Los equipos de gobierno que surjan de las próximas elecciones a celebrar el 28 de mayo van a ser el non plus ultra de la política, de la gestión, de la dedicación, de la ética y de la eficiencia. Serán el summum de la cosa pública. Nunca se habrá visto nada parecido. Hasta ahora, los diferentes gobiernos que han ostentado el poder de forma democrática, no han ejercido sus responsabilidades para la gente, sino para los alienígenas o para los flamencos de Ses Salines. Nunca han gobernado para atender las necesidades reales de los ciudadanos, sino para satisfacer los caprichos de unos pocos, sin atender al interés general ni al bien común. Es un auténtico drama para la sociedad ibicenca haber padecido tales calamidades al frente de las instituciones.
Los candidatos que aspiran a gobernar, porque hasta ahora no han logrado que la ciudadanía les votase para hacerlo, creen haber descubierto la pólvora que no explota. Piensan poder embaucar a los incautos necesarios para lograr su escaño de conseller o su acta de concejal, a base de mensajes vacuos y absurdos, repetidos hasta la saciedad, que suenan huecos y sin el menor sentido. Dicen que ellos sí gobernaran para todos los ciudadanos y no para unos pocos. Claro, claro. Que no van a dejar a nadie atrás, que atenderán a las necesidades reales de la población.
Porque se conoce que hasta el momento presente la norma ha sido atender a las necesidades ficticias de unos pocos. En estos mensajes pueriles, que tratan a los electores como si fueran niños pequeños o directamente imbéciles, subyace el convencimiento, no de que su proyecto político es mejor, sino que ellos son mejores que quienes ganaron las elecciones y lograron el poder democráticamente. Que sólo ellos son capaces de gobernar para el conjunto de la sociedad. Dime de qué presumes y te diré de qué careces.