Hay decisiones que trascienden la política y tocan la esencia de la convivencia. Eliminar los cupos de vehículos entre Ibiza y Formentera es una de ellas: un paso firme hacia la igualdad y la integración real entre quienes comparten territorio, historia y futuro.
Joan Miquel Perpinyà en su columna de opinión la pasada semana decía lo siguiente: «La reciprocidad entre islas no es solo deseable: es indispensable». Coincido plenamente con esta afirmación ya que las Islas Baleares se enfrentan ya a suficientes barreras naturales como para imponer, además, obstáculos administrativos.
Desde el inicio de la tramitación de la Ley de Control de la Afluencia de Vehículos a la Isla de Ibiza, el Consell Insular de Ibiza defendió que no debía establecerse ningún cupo de entrada para los ciudadanos residentes en el conjunto de las Islas Baleares. Consideraba la institución insular que, todos pertenecemos a la misma comunidad autónoma y que, por lo tanto, por el principio de unidad autonómica, las restricciones no tenían cabida en el cupo de vehículos.
Por este motivo, se intentó introducir en la ley la eliminación recíproca de cupos con Formentera. No obstante, dicha mejora no fue incorporada durante el trámite parlamentario. Los hechos han demostrado que esta medida era necesaria, y por ello los presidentes de los Consells han adoptado la decisión, a mi juicio acertada, de suprimir los cupos a partir del próximo año.
Lamentablemente, algunos sectores de la oposición en Formentera han reaccionado con críticas desmedidas. En clave electoral, prefieren generar confrontación en lugar de velar por el bienestar de sus conciudadanos. Resulta especialmente llamativa la incoherencia dentro del propio partido socialista: mientras en Formentera se lanzan reproches hacia los visitantes de Ibiza, en Ibiza sus compañeros guardan silencio ¿Comparten realmente los socialistas ibicencos la visión de que los ibicencos atascamos las carreteras de Formentera? Sería interesante conocer su opinión.
Y es que la ¿saturación? que provocan los residentes ibicencos es uno de los principales argumentos de la oposición formenterense contra la decisión de eliminar cupos. Desde el máximo respeto, discrepo de esta visión. El visitante ibicenco es, probablemente, el más respetuoso y conocedor de los valores naturales y culturales de la isla vecina. Además, al tratarse de desplazamientos de un solo día, sus trayectos en vehículo son limitados y más sostenibles, y su contribución a la economía local, especialmente a la oferta complementaria, es significativa.
También se ha argumentado que el cupo impuesto por Ibiza a Formentera es insuficiente considerando la especial situación de triple insularidad de la menor de las Pitiusas. Sin embargo, los datos desmienten esta afirmación: Formentera estableció un cupo de 235 vehículos y 50 motocicletas para los residentes en Ibiza, lo que representa un vehículo por cada 695 ibicencos. Por su parte, el Consell de Ibiza fijó un cupo de 120 vehículos (sin límite para motocicletas) para los residentes en Formentera, es decir, uno por cada 96 ciudadanos formenterenses. Esto supone un 724 % más de vehículos proporcionalmente a favor de Formentera sin contar las motocicletas, lo que demuestra la sensibilidad y voluntad de cooperación del Consell de Ibiza.
La experiencia práctica ha puesto de manifiesto que la demanda de autorizaciones ha superado con creces las previsiones iniciales; saturando las aplicaciones Formentera.eco y Eivissa Circular, y obligando a muchos residentes a renunciar a sus desplazamientos. Esta circunstancia es, por sí sola, suficiente para justificar la eliminación del cupo entre ambas islas.
En este sentido, es necesario que futuras normativas de control de afluencia en el ámbito balear contemplen la exención de restricciones entre residentes de la comunidad autónoma. Somos ciudadanos de un mismo territorio y no debemos erigir barreras innecesarias entre nosotros.
En definitiva, los presidentes de los Consells de Ibiza y Formentera han demostrado visión y compromiso con sus ciudadanos. A pesar de prever la reacción populista de determinados sectores de la oposición, han priorizado el interés general y la cohesión territorial por encima de cálculos partidistas.