«Haz una foto a estos piñones!, son los últimos piñones ibicencos de la historia», así de contundente se mostraba Juanjo desde su puesto Frutas y Verduras Catalina mientras apuntaba con el dedo hacia un estante. Allí, un cajón negro con apenas dos kilos de piñones presidía el espacio. «Ya no habrá más», aseguraba el veterano frutero con resignación y cierta tristeza mientras explicaba que «ya no hay nadie que lo haga, es un trabajo muy laborioso el que hay que hacer para conseguirlos, estos me los ha traído una señora de Santa Eulària, pero ya no va a hacer más y ya no queda nadie que lo haga».
Juanjo explica que para recolectar el piñón ibicenco «antes hay que ir a recoger las piñas a la montaña, y no de cualquier pino: tienen que ser del ‘Pi ver'».
Mariano es cliente de Juanjo y, mientras seleccionaba una buena col ibicenca «para hacer huesos con col esta noche», añadía sus conocimientos sobre el laborioso trabajo que supone la recolección del piñón. «Una vez que tienes las piñas, hay que hornearlas», explica el veterano cliente que recuerda que «antiguamente se aprovechaba el día que se hacía el pan para hornear las piñas después». «Cuando sacas las piñas del horno, solo queda golpearlas un poco una a una para que los piñones se desprendan de ellas».
Una vez entendido el proceso no es difícil comprender que el precio de este manjar de los bosques de Ibiza alcance el precio de 40 euros el kilo.
Un manjar que tenía especial protagonismo en estas fechas en las que se acerca la festividad de Todos los Santos en las tradicionales ‘trencades'. «Para las ‘trencades' también tenemos almendra ibicenca, que tampoco os creáis que hay mucha», advertía Juanjo mientras Mariano observaba un cajón de ‘figues seques'.
El cliente también recuerda la elaboración de este producto, el higo seco, característico de esta época del año. «Para secar los higos antes había que hacer unas ‘estores' con cañas o con mimbre que se ponían en el suelo, allí se ponían lo higos al sol durante tres o cuatro días hasta que se secaban», explicaba Mariano que añadía que «de la misma manera se secaban las ‘xereques', solo que antes había que abrir el higo y ocuparse de darles la vuelta al cabo de un par de días». Otra labor que justifica los 24 euros que vale un kilo de higos secos.
«Vamos a hacer esa foto histórica», recordaba Héctor, compañero de Juanjo, con el cajón de piñones ibicencos antes de despedirse.