Un grupo de trabajo avalado por la Comisión Europea y que representa a diferentes regiones mediterráneas participará a partir de mañana y hasta el viernes en una serie de encuentros en linea a los que han llamado Posidonia Network.
El objetivo es el de poder unir sinergias para una estrategia europea de conservación de la planta y el ejemplo de Formentera será estudiado como hoja de ruta a seguir. De ese modo se dará a conocer el decreto posidonia, el servicio de vigilancia y atención al fondeo y las campañas de concienciación.
El primero en dar la señal de alarma en los años 90 sobre el riesgo que estaba corriendo el ser vivo más longevo del planeta fue el biólogo marino y explorador de National Geographic, Manu San Félix, con el que hemos querido conversar sobre el estado actual de este tesoro natural.
¿Cuándo se da cuenta de que la posidonia está en peligro?
—Conocí los fondos marinos de Formentera en 1992 y me establecí definitivamente en 1994 y en aquel momento yo también tiraba el ancla sobre la selva de posidonia como todo el mundo. La diferencia es que yo bajaba a bucear y ahí me di cuenta de que cada vez arrancábamos diversas plantas con más de un siglo de vida. Haces cuentas y multiplicas por los miles de barcos que anclan aquí cada año y te das cuenta de la aberración medioambiental que estábamos cometiendo. Entonces, nos pusimos a observar año tras año el daño que las anclas y los vertidos estaban haciendo a este magnifico ser vivo y calculamos que el 40% de la pradera se había perdido en muchos lugares. Pusimos el grito en el cielo, pero al principio era como predicar en el desierto. La posidonia nos ofrece estas aguas maravillosas que tenemos, conserva nuestras magníficas playas y ha alimentado a los seres humanos de las islas desde tiempo inmemorial al ser un extraordinario ecosistema y nos la estábamos cargando.
Hasta que llega un día en que las instituciones han ido tomando partido y cada vez más han hecho de este asunto algo prioritario...
—En estos 25 años, la posidonia ha sido una herramienta política, pero eso es secundario, lo importante es que ahora en Baleares todo el mundo tiene clara la importancia de la planta y la necesidad de cuidarla, algo impensable hace décadas. En este momento, nuestra sociedad se está enfrentando a una terrible crisis sanitaria, que está relacionada con el maltrato a la naturaleza y este es un tema muy serio y lo que va a venir después va a ser mucho peor si no lo hacemos bien. Tenemos el conocimiento y la tecnología para hacerlo muchísimo mejor, pero nos lo tenemos que tomar más en serio.
En este encuentro europeo se quieren crear sinergias para una protección global de la planta y Formentera va a ser un ejemplo de gestión. ¿Qué le parece?
—Queda mucho por hacer, pero no podemos negar que en este tema vamos por delante de todos los países mediterráneos y tenemos que estar orgullosos, sin dormirnos en los laureles. Aquí tenemos el decreto posidonia, que fue polémico en su momento, pero eso ha hecho que sea totalmente compatible el turismo náutico y salir a navegar con la protección de la planta, solo hay que hacerlo bien. A nuestras espaldas tenemos el Parc Natural de Ses Salines y pueden haber pasado 30.000 barcos, pero eso no tiene por qué afectar en nada a la posidonia si están correctamente fondeados y no tiran aguas residuales.
El decreto ya está aplicándose, pero hay otras medidas protectoras...
—Sí, tenemos campos de boyas, estamos haciendo una cartografiá al detalle de toda la posidonia de Baleares, eso nos hace ser líderes en este asunto y que nos observen el resto de países y es nuestra oportunidad de demostrar que hacemos las cosas bien e implicar a los demás. Las Baleares son el mejor lugar para ser un escaparate de como se deben hacer las cosas para recuperar el mediterráneo y como era en 1950. Y todo eso se puede hacer conservando el turismo que es lo que nos da de comer.