Un paseo anti-hooligans. Los autores del proyecto del vial que transcurrirá entre el muelle del puerto de Sant Antoni y Cala Gració se jactan de que además de bonito, está especialmente pensado para frustrar a los turistas gamberros. Ramiro Audín, componente de la empresa Taller de Ingeniería Ambiental y redactor de ese paseo de 2'5 kilómetros de longitud, aseguró durante la presentación pública de este proyecto, acto que se celebró el pasado miércoles, que los hooligans lo tendrán difícil para cargarse el mobiliario o la estructura del paseo. Como visitante de la isla, el arquitecto conocía de antemano las cualidades del turismo de Sant Antoni, por lo que preparó a conciencia el diseño de la obra. En ésta se usarán materiales que dotarán al paseo de un aspecto casi lujoso, de diseño, como las maderas de roble o las piedras rosadas de caliza, pero, al mismo tiempo, todo será instalado de manera que se evite que «venga un gamberro con un tornillo y se lo cargue todo». Las sillas (creadas especialmente para este vial), los bancos, y la iluminación están diseñados a prueba de brutos. Las luces, por ejemplo, estarán incrustadas en el suelo o en los muros. De esta manera, además de impedir que el paseo tenga una luminosidad excesiva, dificultará su rotura.
Ramiro Audín y el ingeniero jefe del proyecto por la Dirección General de Costas, Carlos Jover, también incidieron durante su exposición en que estas medidas son necesarias tanto para la parte más bulliciosa, en Caló des Moro, como para la zona del paseo más alejada de la ciudad, próxima a Cala Gració. En esta última también se puede dar el vandalismo, ya que la lejanía respecto a la urbe y la oscuridad facilitarán esos actos. De ahí que tanto los materiales elegidos como el diseño de cada pieza se construirán a conciencia al tratarse de «zonas susceptibles de sufrir vandalismo», en palabras de Audín. En Cap Blanc habrá un mirador con bancos de piedra empotrados, especialmente construidos y dirigidos hacia poniente para poder contemplar el ocaso.