«Esto es peor que un domingo», aseguraba ayer con una cierta satisfacción una sindicalista del hospital Can Misses al contemplar cómo estaban cerrados algunos servicios, como atención al paciente, archivos o los servicios técnicos. En otros, como consultas externas o rehabilitación, el personal que acudió a trabajar era mínimo. En cambio, el servicio de cocina contó con la mayoría de los trabajadores y en lavandería, el 50 por ciento.
Ha sido la huelga de los colegios y del hospital, ya que es donde la incidencia se ha notado más. Curiosamente, en el hospital de Cas Serres apenas se notó el paro, pero eso no impidió que la mayoría de los trabajadores estuvieran presentes en la concentración convocada a las once de la mañana.
En Can Misses se organizó la concentración una hora después. Banderines al viento y sujetando pancartas, los huelguistas estuvieron varios minutos en la puerta del hospital aguatando estoicamente el viento gélido que traspasaba las batas blancas con las correspondientes pegatinas, dependiendo de la afiliación sindical de los trabajadores.
A escasos metros del hospital, el colegio con el mismo nombre con un seguimiento muy alto de profesores que se sumaron a la huelga. No obstante, hubo padres que decidieron llevar a los hijos al colegio y se decidió juntar a todos los niños, de 8 a 12 años, en un aula porque, eso sí, los servicios mínimos funcionaron a rajatabla. «Lo llevamos con resignación», confesaba ayer un padre afectado por la huelga de funcionarios.
Formentera no vivió ajena al paro de los empleados públicos. Los protagonistas indirectos de esta jornada fueron los abuelos y los 'canguros'. Muchos trabajadores que acudieron con toda normalidad a sus puestos de trabajo se vieron obligados a recurrir a los abuelos para que cuidaran de los nietos. En caso negativo, se recurrió a la búsqueda de 'canguros».