Parece ser que esta Nochevieja conllevará de nuevo el final del milenio y de siglo que ya se vaticinó el año pasado. Versiones aparte, los preparativos de un día como el de hoy no varían y suelen presentar unos tintes que combinan el nerviosismo propio de los que se toman la jornada como una cuenta atrás hasta las doce de la noche con los que la interpretan con más filosofía, como un día en el que el pretexto es la fiesta.
Sin embargo, ambas caras recurren a diferentes manifestaciones que la costumbre ha institucionalizado en la sociedad. La compra de un traje se convierte en obsesión para muchos. Y es que es importante lucir las mejores galas sin repetir la presencia que se empleó el año anterior. Con todo, la gente sigue esperando a última hora para decantarse por el modelo definitivo. Según informan las tiendas especializadas de Eivissa, este año se van a lucir más vestidos de vuelo y con mucho escote, en el caso de la mujer, y trajes de tonalidad oscura en el de los hombres.
Otro ingrediente indispensable son las uvas, que por estas fechas se ponen por las nubes. Ayer los ibicencos llegaron a gastarse 420 pesetas por kilo. Pero ni el traje ni las uvas tendrían sentido sin la consiguiente celebración. La fiesta es un rito, como también lo son la colección de supersticiones que en días como el de hoy se manifiestan. Vestir alguna prenda roja, escribir los mejores deseos en un papel y romperlos a la conclusión de la campanada número doce, cruzar los dedos,... El abanico es muy amplio y cada cual saca las conclusiones conforme avanza el año.
Y llega la fiesta. Aquí también aparece una horquilla de preferencias muy variada, aunque todas ellas acompañadas por el tradicional cotillón. Muchos hogares se convierten en locales de marcha, otros acuden a las discotecas sin importarles el desembolso monetario, y los hay que asistirán a la más popular de las convocatorias en la isla: la del Recinto Ferial. De una forma u otra, lo importante es participar.