Los casi cuarenta años de dictadura que vivió este país significaron una represión a la hora de celebrar unas fiestas populares como el Carnaval. Mientras duró el gobierno de Franco existieron continuos vetos a las formas en las que la población podía manifestar sus ganas de divertirse. Al morir el caudillo, muchas regiones recuperaron de inmediato los festejos propios del Carnaval.
Sin embargo, en Eivissa, la Rua no retornó hasta 1981. Este año se cumplen, pues, 20 desde que se reinstauró la permisibilidad de ataviarse con disfraces distintos a los trajes tradicionales, los pasacalles e incluso el entierro de la sardina, el acto más prohibido en el franquismo. Aunque el regreso de los carnavales a la isla no llegó por los cauces de la normalidad. Hubo polémica por delimitar las funciones de las asociaciones de vecinos y por el papel mediador que debía emplear el por aquel entonces alcalde de Eivissa, Juan Prats.
«La gente necesitaba una vía de expansión. Aquel año todo el mundo se sumó a la fiesta. La recuperación de estos festejos se produjo en Eivissa de manera espontánea. La población estaba ávida por revivir una celebración tan popular». Así explica el que fue primer edil del Ayuntamiento de Eivissa, Juan Prats, cómo se vivió el regreso del Carnaval en la isla en 1981. Con todo, existió parte de polémica. La familia Valverde publicó el 22 de enero en la prensa local un anuncio por el cual convocaban a las asociaciones de vecinos, a las empresas y a los particulares a que se sumaran a la celebración de la Rua, animándoles a acudir como comparsas o en carrozas al Paseo Vara de Rey el día 1 de marzo.