El eclipse anular de Sol que cruzó, por primera vez en 241 años, España de noroeste a sudeste sacó ayer a los ciudadanos a la calle, que observaron, parapetados con gafas y filtros, cómo la Luna metía completamente en el astro haciendo que la temperatura y la luminosidad bajaran sensiblemente.
Los 4 minutos, entre las 10.56 y las 11.00, que la Luna permaneció «inmersa» en el Sol tuvieron como observadores privilegiados a los ciudadanos de Pontevedra, Lugo, Orense, Zamora, Salamanca, Valladolid, Avila, Segovia, Madrid, Toledo, Guadalajara, Cuenca, Albacete, Valencia y Alicante.
Ellos fueron los europeos que mejor y durante más tiempo han podido ver un fenómeno que comenzó a las 09.38, cuando los vigueses vieron cómo la Luna empezaba a meterse desde arriba en el Sol, y concluyó a las 12.30, con los alicantinos como últimos espectadores, aunque con unas inoportunas nubes tapando parte de un espectáculo que no se repetirá hasta 2026.
Las gafas especiales, agotadas desde la semana pasada, y los filtros de soldador fueron el «accesorio» más utilizado esta mañana.
El eclipse hizo que la temperatura no subiera de 12 grados hasta las 11.00 horas, y convirtió una mañana otoñal despejada prácticamente en toda España en un amanecer de invierno, aunque los observadores no percibieran un gran cambio de luminosidad, debido a que la retina se adecúa a las variaciones progresivamente.
A los 400 astrónomos de todo el mundo decidieron celebrar en España, en San Lorenzo de El Escorial, su congreso anual para coincidir con la observación del eclipse, se sumaron miles de ciudadanos que abarrotaron las observaciones convocadas por planetarios, ayuntamientos y universidades.
En esa franja de 185 kilómetros de ancho se pudo ver perfectamente la fase de anularidad, mientras que en el resto de España la inmersión de la Luna en el Sol se ha percibido descentrada.
Los lugares más concurridos fueron las aceras y terrazas y azoteas de oficinas y viviendas, donde, sobre todo entre las 10.50 y las 11.05, el espectáculo fue las miles de personas mirando al mismo tiempo hacia el cielo.
Los gallegos fueron los primeros ciudadanos europeos que pudieron ver el eclipse, pero la mayor concentración de observadores se produjo en Vigo, en el Monte de Castro y la Universidad, tras tres meses de preparativos. Agencias