Con dinero procedente de Balears, Cáritas está creando en Ecuador, Bolivia y Colombia una serie de proyectos para que los ciudadanos de estos países sean autosuficientes, que se traduce en la construcción de mataderos, plantas de envasado y empaquetado, lecherías o granjas de animales. El dinero para crear todas estas infraestructuras sale de un programa financiado por el Govern balear llamado Macroproyecto de Cooperación y Desarrollo en el que participa también Cáritas de Eivissa. La filosofía es actuar aquí en la isla, pero también en los países emisores de inmigrantes, porque de lo que se trata es de fomentar el desarrollo local en Colombia, Ecuador y Bolivia para mejorar su calidad de vida y así reducir su necesidad de emigrar.
Ahora, dos miembros de Cáritas Eivissa, Jacobo García, coordinador de proyectos, y Beatriz Cuchí, coordinadora de Cáritas Parroquiales, han estado en Ecuador y Bolivia para intercambiar experiencias con los responsables de las entidades colaboradoras de estos países y para supervisar los proyectos que se llevan a cabo con el dinero procedente de las islas. En su mayoría son pequeñas cooperativas agrícolas y ganaderas, que se crean a través de microcréditos. «Hay que pensar que en estos países los créditos tienen un interés altísimo, de un 45 por ciento y con estos bancos solidarios conseguimos que bajen hasta el 12 por ciento, que es lo mínimo que permiten en Ecuador», explica Cuchí, que añade que lo que más le impresionó del viaje fue el gran sentimiento de comunidad y de grupo que tienen en estos países. «Ellos son conscientes de las crisis que atraviesan y por eso se unen para trabajar porque saben que en solitario no llegarán a ningún sitio, al contrario de lo que ocurre en Europa, donde somos muchísimo más individualistas».
En su viaje, además de los encuentros con las organizaciones colaboradoras de los países, también visitaron lecherías, un matadero en construcción, empresas textiles y granjas de pollos, como la Cooperativa de Producción Agrícola de Cotopaxi, que agrupa a 80 familias dedicadas a la crianza y comercialización de pollos asaderos. Además se trasladaron a la provincia de Imbambura, donde vieron como funciona un criadero de cuyes, un tipo de cobaya que se come y cuyo sabor «es muy parecido al pollo», según Cuchí. Allí trabajan 270 mujeres indígenas y campesinas.
Otro de los proyectos que se lleva a cabo en estos países es la creación de tiendas en las que se venden productos étnicos y de comercio justo que se obtienen a través de las cooperativas.
Una vez de vuelta a Eivissa, los dos técnicos de Cáritas han concluido que el Macroproyecto «goza de una salud excelente». Por eso se está preparando la continuación de este programa para que el Govern balear lo financie en los próximos tres años. El Macroproyecto nació en septiembre de 2004, cuando el ejecutivo autonómico firmó un convenio con un consorcio integrado por Cáritas Mallorca, Cáritas Menorca, Cáritas Eivissa, Fundación Deixalles y los Servicios Generales de Cáritas Española.
Dentro de estas actuaciones también se incluye la atención aquí en Eivissa a los inmigrantes procedentes de estos países. Por ejemplo reciben orientación laboral, legal, formación, acceso a microcréditos y sensibilización social sobre el hecho migratorio. Uno de los servicios que tiene más éxito aquí en las Pitiüses son los talleres de lengua y cultura castellana y catalana o la asesoría jurídica en materia de leyes de extranjería. C. Roig