Las tiendas delicatessen empiezan a ser numerosas en Eivissa, pero desconocidas aún para la mayoría de los ibicencos, pues generalmente los ciudadanos de ingreso medio temen encontrar precios desorbitados o sentirse desorientados a la hora de elegir que llevarse a casa. «La gente presupone, como si de un mito o una leyenda urbana se tratase, que los puestos delicatessen son mayoritariamente caros, y después se sorprenden al entrar», cuenta Toni Martí, uno de los socios propietarios de San Martín Delicatessen. «Cada vez más la gente se atreva a curiosear y termina llevándose algo, pero la clientela suele ser gente extranjera, que viene con barcos a la isla», explica Vicente Hernández, de Quefa. Inversiones en publicidad y degustaciones no sirven demasiado para ahuyentar este mito, como nos cuenta Anna Marie, del establecimiento Plaisir Foie Gras. «Hemos probado con la propaganda, pero al final funcionan mejor las recomendaciones entre amigos y que la gente salga contenta». Según tratan de demostrar estos comerciantes, la calidad no tiene porqué estar reñida con el precio, y podemos encontrar un paté Lourriño por 0,88 euros o harinas especiales por 1,70 euros entre otros productos en los que el tratamiento del producto compensa la subida de precio.
«Los curiosos vienen buscando algo nuevo, un regalo o un detalle, y los clientes de siempre suelen llevarse salsas, aceite y vinos», cuenta Toni.
Espárragos, paté, miel, mermelada, leche, chocolate, lentejas, judías, pan, toda clase de licores, embutidos y quesos, arroces y otros muchos productos componen la gama de estos supermercados, cosa que demuestra que no se limitan al caviar, el licor y el salmón ahumado.
«Intentamos tener lo mejor de cada lugar», cuenta Vicente, y lo cierto es que cumplen con creces sus objetivos. San Martín se centra en el mercado nacional, Plaisir Foie Gras ofrece sobretodo productos franceses y en el pato y Quefa intenta tocar todos los puertos. Desde Tailandia, Italia, Israel, Holanda, Monterrey o Japón son algunos de los lugares de los que importan sus mercancías, y recogen lo más característico de cada pueblo.
Los establecimientos delicatessen tratan de dar una alternativa a la alimentación de industria a partir del cariño y dedicación a la comida y siempre ciñiéndose a precios justos. «Nuestro foie sabe cada vez diferente dependiendo del pato; es siempre una sorpresa», cuenta Anna. Todo el mundo debería darse el capricho, al menos, de entrar.