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Entre el cannabis y la abstención

DANIEL AZAGRA

El 13 de junio de 2004 se celebraron las últimas elecciones al Parlamento Europeo. En las Pitiüses, como en el resto de España, la atención de los ciudadanos en aquellos días estaba más puesta en la Eurocopa de fútbol en Portugal, donde la selección española volvería a sumar su enésimo fracaso (eran otros tiempos), que en unos comicios en los que sólo voto uno de cada tres electores.

El panorama político en España acababa de dar un vuelco a la izquierda tras los atentados del 11-M y las elecciones europeas no eran más que una réplica, en pequeño formato, de aquellos comicios. En las Pitiüses se empezaban a concocer con cuentagotas los detalles de los proyectos de las autovías y la Plataforma Antiautopista ultimaba su primera gran manifestación, que se celebraría el 18 de junio y convocaría a 9.000 personas. Aquel día Massiel llevó la voz cantante en la marcha de protesta, mientras que en el lado opuesto Joan Marí Tur recordaba que era el PP el que cortaba el bacalao.

En España el PSOE revalidaba su triunfo de las generales; y en las Pitiüses, el PP volvía a vencer a los socialistas, aunque aumentaba su margen con respecto al 14-M: de 400 votos a 2.000.

El dato más significativo fue el de la participación, la más baja en unos comicios democráticos. La poca implicación de los ciudadanos redujo la participación en un 36% en Eivissa y en un 31% en Formentera. Un dato revelador si se tiene en cuenta que la participación en las Pitiüses en unas elecciones siembre ha oscilado entre el 58 y el 66 por ciento.

El escaso interés que despertó esta convocatoria permitió que partidos amateurs asomaran por primera vez la cabeza en las estadísticas. Es el caso del Partido del Cannabis, cuyo máximo objetivo es la legalización de la marihuana, que en las Pitiüses se convirtió en la séptima fuerza más votada, con 116 votos. En Sant Antoni, incluso, superó a los econacionalistas de ENE.

La desidia con que se afrontó esta jornada se demuestra en el hecho de que decenas de presidentes y vocales de las mesas electorales faltaron a su cita. La Junta Electoral recibió 180 «excusas» de personas que eludieron esta cita con las urnas. Y eso que la sanción por no acudir a un encuentro electoral sin justificación oscilaba entre los 7 y 15 fines de semana de arresto domiciliario.

La victoria del PP en las urnas se fraguó en sus feudos habituales, Santa Eulària y Sant Joan, y además recuperó el control en los municipios de Sant Antoni y Sant Josep, que había perdido en la convocatoria de las generales. Como es habitual en los últimos años, Vila y Formentera fueron los únicos que resistieron el empuje popular. En el municipio de Eivissa el PSOE aventajó en 400 votos al PP, mientras que en Formentera fueron un centenar.

El partido político que más satisfecho salió de aquella jornada fue ERC, que en coalición con otras fuerzas nacionalistas, consiguió ser la tercera fuerza más votada en las Islas gracias sobre todo al ibicenco Bernat Joan, que encabezaba la lista de esta formación. ERC sumaba 1.190 votos, un resultado histórico que ayudaba a aupar al catedrático y escritor al Parlamento Europeo. Joan se convertía en el segundo ibicenco, tras Abel Matutes en ocupar un escaño en Bruselas.

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