Los turistas que vienen a Eivissa además de querer ir a la playa y estar de fiesta también tienen la inquietud de conocer la isla de una forma más global, por eso aprovechan su estancia para hacer un poco de turismo de interior. Los que viven en estos pueblos que constituyen el corazón de la isla tienen su propia visión de los visitantes que pasan cada día. Raquel, de la tienda Origins en Santa Gertrudis dice: «La gente viene a comprar comida, ropa y artículos típicos ibicencos pero la mayoría no sabe donde está, además ahora viene con un vuelo de 50 euros y cuando vienen a mi tienda todo les parece caro ya que no distinguen la diferencia de una buena tela a otra». Raquel añade que, «este pueblo huele mal y se debería haber invertido en renovar la depuradora no sólo en urbanización».
Xico, del restaurante Santa Gertrudis 1977, cuenta que los turistas van a los pueblos después de la playa, comen y hacen fotografías a la iglesia. En Santa Agnès, Mafred Postél, el propietario de Cas Sabater, cuenta que los turistas pasean o van a comer a los restaurantes de la zona, pero casi todos están de paso. Mafred explica la situación del día a día en el pueblo: «Aquí no pasa nunca nada incluso en temporada, para mí justo antes y después de verano son los mejores meses. Tengo clientela fija desde hace 20 años que tienen casa aquí y es un turismo de mejor calidad». La gente que se mueve por estos pueblos son familias, generalmente, parejas, grupo reducido de amigos o rezagados que pasan por casualidad. Hay una lista de cosas que vienen a buscar o conocer: la vegetación, la gastronomía típica, la arquitectura y el silencio. En definitiva, buscando lo auténtico, original y característico de la isla.