Dice la tradición que San Antón vivió 105 años en Egipto entre el 251 y el 356 a.C. Hoy, en pleno siglo XXI, sigue más vigente que nunca, sobre todo, en localidades como Sant Antoni de Portmany, donde cada 17 de enero celebran su día grande, con una gran romería de todo tipo de animales que esperan su turno para ser bendecidos.
Como siempre, la gente no falló y más de un millar de personas se aglutinaron en la entrada del Ayuntamiento de la localidad para esperar pacientemente el turno de recibir el agua bendita de manos del obispo de Eivissa, Vicente Juan Segura, acompañado del alcalde, José Sala.
Los primeros en hacerlo fueron los miembros de Sa Colla Brisa de Portmany con su carro de caballos. Detrás, once de estos vehículos de los cuales alguno iba tirado por unos tranquilos burros, que despertaron los primeros gestos de asombro entre el público. Y a partir de ahí, todo tipo de animales en una enorme fila, que seguramente hizo que el señor obispo acabara con dolores de codo.
La mayoría eran niños orgullosos de sus mascotas. Hubo sobre todo perros, de todas las razas y tamaños, desde los tradicionales caniches hasta alguno de los más grandes, como 'Hari', un enorme San Bernardo que con apenas cuatro meses, superaba ampliamente los veinte kilos, propiedad de Rosa o 'Lucas', un enorme can blanco, amante de los niños y la gente, que con su pañuelo del 'Che' Guevara, sólo pensaba en jugar.
'Juancho' fue la estrella
También hubo tiempo para que la gente disfrutara con otros muchos animales. Sin duda, una de las grandes estrellas de la jornada fue 'Juancho', un dragón barbudo de seis años, que descansaba tranquilo ajeno a los flashes de todo el mundo en el brazo de su joven dueña, Carla.
Además, el obispo bendijo con su agua bendita a varios gatos, algún conejo, tortugas de tierra, dos 'herbos' llamados 'Dylan' y 'Dilaila', propiedad de Ainhoa y varios de los animales de Antonia, que acudió a su cita con San Antón con sus dos hurones, 'Chico' y 'Blanca', y con su loro 'Pipo', que esperaba relajadamente su turno en el hombro de su dueña.
Y tras el momento de la bendición, fue el tiempo para la tradicional suelta de palomas a cargo del Club Colombófilo Portmany, para reponer posteriormente fuerzas con los distintos productos a los que invitó el ayuntamiento, y para disfrutar de un tradicional baile payés a cargo de Sa Colla Brisa de Portmany, en el que participaron miembros de todas las edades.
No en vano, era el día grande de Sant Antoni y por eso nadie se lo quiso perder. Así, el Passeig de les Fonts presentó un aspecto espectácular, en el que no faltó de nada. Por un lado acudieron con sus productos algunos de los artesanos de es Juvert, alumnos de los colegios Santísima Trinidad, Guillem de Montgrí o Instituto Quartó de Portmany vendiendo sus dulces y productos para pagarse sus viajes de fin de curso, y feriantes con multitud de atracciones para los más pequeños.
Precisamente para este público también fue lo que se organizó para la tarde, con un gran espectáculo de magia y de circo con faquires, equilibrio y humor en la carpa municipal y que sirvió para cerrar el día grande en Sant Antoni ... hasta el próximo 17 de enero.
l Manu Gon