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Catástrofe para emigrar

Xico Tarrés se abraza a los candidatos de los ayuntamientos tras la amarga derrota | Marco Torres

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Anoche más de un socialista pensaba a dónde podría emigrar. El que fuera primer alcalde socialista de la democracia y tío de la fugada Sandra Mayans, Enrique Mayans, proponía acercarse a la Illa de ses Rates en patera. «Quizás allí las ratas nos votan», bromeó el histórico socialista, que estuvo desde el primer momento en la sede y animó y abrazó a todos los derrotados, recordando que él vivió muchos reveses e incluso una moción de censura. Otros históricos, como Juan Navarro decían que lo mejor a partir de ahora sería estar bajo de un «garrover».

La noche no pintaba bien desde el principio. Pero la verdadera preocupación comenzó cuando en varias mesas socialistas de pro, como las de ses Figueretes, el PP consiguió un buen resultado. Y la cosa no fue a mejor. Los rostros de incredulidad de los progresistas crecían conforme se iban conociendo los resultados, sobre todo los de Vila. Durante toda la noche reinó un ambiente tipo velatorio. Nada que ver con hace cuatro años, cuando la misma sede fue escenario de una alegría inmensa. Ayer durante el recuento solo estuvieron los familiares de los candidatos y los periodistas, que dieron buena cuenta de lo sándwiches que se habían preparado para el frustrado festejo. Las cosas estaban tan negras que los cargos de confianza del Consell preguntaron por posibles trabajos a los periodistas.

Tras conocerse los nefastos resultados, la primera en aparecer fue Lurdes Costa, quien reconoció que todavía no había llamado a Marienna Sánchez-Jáuregui para felicitarla porque no tenía su teléfono. En mitad de esa derrota generalizada, en la que los presentes atribuían los resultados al 'tsunami' del PP y a una elevada abstención, se produjo un accidente que se convirtió en metáfora de la caída socialista. El veterano y aclamado director de cine Antonio Isasi se cayó de una silla y dio un susto monumental a los presentes al quedarse inmóvil en el suelo. Por suerte, no le pasó nada.

La única minialegría de la noche la dio Agustinet, el nuevo Astérix en el Imperio Romano, que subió al estrado entre gritos de «¡guapo!», «força Agustinet» y «josepins». Tarrés fue el último en tomar la palabra y recordó que ganaron «con humildad» y pierden «como deportistas». «Nos podrán ganar una batalla, pero no siempre», recordó Tarrés.

En mitad de esa catástrofe, muchos abrazos, lloros y una anécdota. Los técnicos de IB3 de Mallorca que se habían desplazado para cubrir la noticia le pidieron un autógrafo a Tarrés porque les cayó bien. «Para los trabajadores de IB3 tras una dura derrota», escribió.

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