Pasan pocos minutos de las nueve de la noche cuando el teléfono móvil de Mohamed Rida, el hijo mayor de la familia Ahamidan, indica que tras el rezo ya se pueden ingerir los alimentos necesarios para superar el ayuno diario que exige el mes sagrado del Ramadán desde el alba a la puesta de sol.
La mesa de esta familia marroquí que llegó a Eivissa hace más de treinta años se llena entonces de productos ricos en proteínas y elaborados de forma artesanal durante las últimas dos semanas por Asia, la madre de la familia. No faltan los dátiles, los zumos de frutas, los dulces hechos con almendras y miel, los hojaldres de carne picada con bechamel o la 'harira', una sopa típica de Marruecos, cuyos ingredientes principales son la carne y las legumbres, y que según afirma Mohamed Rida, «te reanima desde la cabeza hasta los pies».
Todos ellos están pensados para recuperar la energía, aunque como asegura Ahmed, el padre de la familia, «no se pierden tantas fuerzas ni se pierden tantos kilos como se piensa».
Y es que según asegura el cabeza de familia de los Ahamidan «el Ramadán está hecho más para rezar que para comer, ya que es un mes en el hay más posibilidad de ganarse el cielo». Por eso, Ahmed afirma que «sobre todo en los últimos diez días de este período sagrado los musulmanes se vuelcan para estar más cerca de Dios, siendo más educados y correctos, orando más y leyendo mucho el Corán».
En este sentido la familia Ahamidan son el mejor ejemplo de estos preceptos ya que hacen de la amabilidad y la hospitalidad su mayor virtud mientras aguardan a que termine el Ramadán este año, el próximo 29 de agosto.