A las doce de hoy se ha producido una nueva concentración de profesores, siempre acompañados por alumnos y padres que les apoyan en sus reivindicaciones. En esta ocasión, el escenario elegido ha sido frente al ayuntamiento de la villa de Portmany, donde la multitud ha vuelto a hacer sonar sus instrumentos y han formado una alfombra de pancartas reivindicativas con los mensajes que quieren lanzar al Govern Balear.
Ayer por la mañana, impacientes por mostrar su rechazo a las políticas del gobierno balear, profesores, padres, alumnos y ciudadanos solidarizados con la causa se agolpaban ante la puerta de la delegación d'Educació ya desde bastante antes de la hora prevista para la protesta, las doce de la mañana.
La cacerolada convocada en la primera jornada de la huelga indefinida congregó en Eivissa a unas 700 personas, una marea verde ensordecedora que colapsó un tramó de la vía Púnica durante cerca de una hora y media, antes de dirigirse a las puertas del Consell Insular. Una nueva manifestación está prevista para esta mediodía a las doce frente al Ayuntamiento de Sant Antoni.
«Ya estamos aquí. La clave ahora es resistir», proclamaba un maestro de escuela elegido para poner voz, megáfono en mano, a las reclamaciones de los docentes de la escuela pública y concertada de Eivissa. Él fue el encargado de recordar que, a pesar del «éxito tremendo» de la convocatoria, las cifras de asistentes no podían reflejar el apoyo real «ya que muchos se han quedado obligados por los servicios mínimos», fijados por la Conselleria en torno al 30%. «Pero sí tenemos otras cifras: Mallorca, 91%;, Menorca, 93%,; Eivissa, 90% y Formentera, 95%», enumeraba en referencia al seguimiento que ayer daban los sindicatos, quienes no contabilizaban los servicios mínimos.
Cacerolas, sartenes, silbatos y también tambores. Cualquier utensilio servía para expresar mediante el ruido la indignación que sienten los profesores tras los recortes en educación y la imposición del Tratado Integrado de Lenguas (TIL). «Lo han conseguido, tienen a todos en contra y muy enfadados», resumía Toni Cardell, representante de CCOO. «Esperamos que la conselleria reaccione», añadía Pere Lomas, del STE-i.
También las pancartas reflejaban el sentir de muchos presentes: Professor en lluita també educa; Exprésate dialogando, no decretando. Be still and have a cup of relaxing tea o Anglès sí, estil Bauzà no eran algunos de los lemas de las pancartas, muchas de las cuales hacían refealusión mediante siluetas recortadas sobre el cartón a los companys segrestats por los servicios mínimos. «Lo hemos echado a suertes», explicaba otra profesora.
Una profesora jubilada recordaba el paro que también movilizó al sector educativo en la época de Felipe González. «Estuve un mes sin cobrar y conseguimos muchas cosas que ahora nos quieren quitar, por eso estoy aquí».
También muchos padres y madres a los que el trabajo se lo permitió acudieron a la cita acompañados por niños de todas las edades. Asun, madre y maestra de inglés en el colegio s'Olivera, explicaba que como especialista en esa lengua, es muy consciente «de que el B2 que se les pide no les dará el nivel suficiente para dar clase». Por eso y por todos los recortes que ha sufrido la educación ella aguantará «todo lo que pueda». Esa era también la intención de Ana, profesora de Infantil en L'Urgell «Con la ayuda de la gente cercana continuaré», aseguraba. Ella tenía que haber empezado hoy con el período de adaptación del grupo de niños de tres años que este año tendrá a su cargo. «Te sabe mal por ellos, pero nos sentimos muy apoyados, esta mañana hemos estado por el pueblo (Sant Josep) y la gente nos animaba».
Mientras la protesta comenzaba a disolverse, un recordatorio pasaba de boca en boca: «Mañana, a las 12 en el Ayuntamiento de Sant Antoni, nueva protesta».
Conciliador e insultado.
Tras la cacerolada frente a Educació, algunos manifestantes acudieron a la sede del Consell. Como es habitual cuando se producen manifestaciones ante la institución, el presidente Vicent Serra bajó a hablar con varios de ellos. Pero de regreso a la sede recibió los insultos de un anónimo, que le espetó «hipócrita» y «embustero», hecho que no gustó nada al presidente.