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El recuerdo de Mandela y la ausencia de Munro, protagonistas de los Nobel

Jenny Munro, hija de la premio Nobel de Literatura 2013 Alice Munro, sostiene el galardón durante la ceremonia de entrega de los Premios Nobel. | Fredrik Sandberg

| Estocolmo |

La ceremonia de entrega de los Premios Nobel regaló hoy a la canadiense Alice Munro, ganadora del galardón de Literatura, el aplauso más caluroso, y recordó la figura de Nelson Mandela en una gala presidida por los reyes Carlos Gustavo y Silvia de Suecia.

Al comienzo de la ceremonia, el presidente de la Fundación Nobel, Carl-Henrik Heldin, envió un «caluroso saludo» a Munro, que no viajó a Estocolmo por motivos de salud y cuyo premio recogió una de sus hijas, Jenny, y, al igual que se hizo hoy en Oslo en la entrega del Nobel de la Paz, recordó a Mandela y su lucha de la libertad, la democracia y el humanismo.

Los recuerdos a los ausentes dieron calidez a una ceremonia que tuvo su momento más emotivo cuando Jenny Munro recogió el premio de manos del rey, quien la saludó durante más tiempo que a ningún otro de los premiados.

Pero, antes de la entrega de los premios, Heldin pronunció un discurso en el que lanzó un mensaje en favor de la investigación y la cooperación internacional para solucionar los «grandes desafíos» de la humanidad.

Heldin calificó de «desafortunado» que, como resultado de los problemas económicos, «muchos países» hayan reducido su sostén a la investigación. «Hoy es más importante que nunca mantener e incluso aumentar el apoyo a la investigación, en particular a la investigación de base».

La princesa heredera Victoria no estuvo este año en la ceremonia, pues asistió en Johannesburgo al funeral por Mandela, ni tampoco la princesa Magdalena, aunque sí estuvieron presentes los príncipes Daniel, esposo de Victoria, y Carlos Felipe, así como 1.570 invitados.

Heldin recordó que aún hay personas que mueren de hambre, que el calentamiento global es «preocupante» y que hay «considerables turbulencias» en los mercados económicos, cuya solución requiere de «una mejor organización y gobernanza de la sociedad» y una distribución «más justa» de los recursos de la tierra, pero donde la investigación es también «de suma importancia».

Además, los desafíos globales se encaran mejor «a través de la cooperación internacional», y recordó que la ciencia y los científicos «no conocen fronteras nacionales"; así, Alfred Nobel decidió que los premios que llevan su nombre se concedieran a quien más lo mereciese «sin tener en cuenta su nacionalidad».

«Esto no fue una elección fácil al final del siglo XIX, el cual, tal y como en nuestro tiempo, estuvo caracterizado por el nacionalismo y la xenofobia».

Pero los grandes protagonistas de la ceremonia fueron los galardonados, en especial Munro, que con sus relatos ha estado cerca de solucionar «el mayor misterio» de nuestra existencia material: «El corazón humano y sus caprichos», dijo el secretario permanente de la Academia Sueca, Peter Englund.

«Maestra del relato corto contemporáneo» es capaz de decir «en 30 páginas más que un novelista normal en 300», con un estilo «claro, transparente, delicado y sorprendentemente preciso».

«Si lees muchas obras de Alice Munro con atención, antes o después en uno de sus relatos te verás cara a cara contigo mismo; ese es un encuentro que siempre deja zarandeado, con frecuencia transformado, pero nunca destrozado», aseguró.

El resto de premiados sí estuvo en el escenario y recibieron de manos del monarca el premio, tras lo que, como manda el protocolo, hicieron una reverencia al rey, otra a los académicos y otra al público.

El premio consiste en una medalla, un diploma y ocho millones de coronas suecas (unos 930.000 euros o 1,5 millones de dólares), que se reparten entre los galardonados de una misma categoría.

La Sala de Conciertos estaba elegantemente decorada con motivos alusivos a las cuatro estaciones en Suecia, formados por 17.000 flores en tonos blancos, verdes, rosas, rojos y naranjas regaladas por la ciudad de Sanremo (Italia), donde falleció Alfred Nobel un día como hoy.

Los primeros galardonados fueron los físicos Peter Higgs y François Englert -este año también Premio Príncipe de Asturias- por haber teorizado sobre la existencia de una partícula subatómica que confiere masa al resto (el bosón de Higgs), «un fantástico triunfo para la ciencia».

El presidente del Comité Nobel para Física, Lars Brink, recordó al fallecido Robert Brout, que trabajo con Englert, y al Laboratorio Europeo de Física de Particulas (CERN), que demostró la existencia del bosón en julio de 2012.

Martin Karplus, Michael Levitt y Arieh Warshel recibieron el premio de Química por el «desarrollo de modelos multiescala para sistema químicos complejos», que han «revolucionado muchas ramas de la química».

La Medicina ha premiado a James Rotham, Randy Schekiman y Thomas Sudhof por «haber resuelto uno de los grandes misterios de la fisiología celular": la maquinaria que regula el tráfico vesicular, que un sistema de transporte esencia en nuestras células.

Eugene Fama, Lars Peter Hansen y Robert Shiller recibieron el Nobel de Economía por sus «análisis empíricos de los precios de los activos», sin los que «sería imposible evaluar los mercados financieros de manera científica».

La ceremonia contó con interludios musicales de Mozart, Jean Sibelius, Frederick Loewe y Benjamin Britten, mientras que el himno nacional sueco, «Du gamla, Du fria» (Vieja y libre tierra), marcó el final del acto.

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