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La familia evangelizada y evangelizadora V

Opinión

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En los dos artículos anteriores he destacado como la fe, que nos hace descubrir el amor y que la fuente del amor es Dios, ayuda a la perfección y la felicidad del matrimonio y de la familia, evitando problemas, sufrimientos y fracasos, creando, además, un ambiente de alegría, felicidad y seguridad.

Quiero referirme hoy a la responsabilidad y el compromiso de los padres en la educación en la fe de sus hijos, contribuyendo así a que, cuando los padres viven de acuerdo con la fe, ese ambiente alcance y sea vivido por todos los miembros de la familia. Si los padres en este sentido no ponen su parte en ello, será muy difícil que se viva la fe en la familia y que esta institución fundamental sea evangelizada y evangelizadora y también que sea realmente feliz.

El amor de los padres hacia los hijos les ha de llevar a buscar y promocionar para los hijos lo mejor, y lo mejor ciertamente es la fe, es el conocimiento de Dios y la organización de la vida en todas sus facetas según el plan y el designio de Dios. El compromiso de educar en la fe los hijos se deriva del hecho de que llevan a bautizar a sus hijos y, en esa ocasión, asumen una responsabilidad en ese sentido. Así, en el n. 95 del Ritual del Bautismo leemos: "La Familia es llamada "Iglesia doméstica, y en ella los padres han de ser para con sus hijos los primeros predicadores de la fe, tanto con su palabra como con su ejemplo.. Es en la familia en donde "los cónyuges tienen su propia vocación para que ellos, entre sí y sus hijos, sean testigos de la fe y del amor de Cristo". Y después en el n. 96 se continua diciendo: "A esto se comprometen los padres al pedir el Bautismo para sus hijos: a "educarlos en la fe, para que guardando los mandamientos amen al Señor y al prójimo como Cristo nos enseña en el Evangelio" (n. 112). Y esto es lo que prometen al renovar las promesas de su propio Bautismo: esforzarse "en educarlos en la fe de tal manera que esta vida divina quede preservada del pecado y crezca en ellos de día en día",

Se comprometen, pues, los padres a la educación en la fe de los hijos, un proceso que debe acompañar toda la vida, que ni debe interrumpirse ni restringirse a momentos como la preparación de la Primera Comunión o la Confirmación.

Bonito es cuando los padres promueven cosas buenas para sus hijos como es el amor por la propia tierra, sus costumbres e historia, por la propia lengua y tradiciones, por la música, por el estudio de idiomas, por el fomento del deporte y de lo que ayuda a la salud física, etc.… pero la dedicación de los padres hacia los hijos sería incompleta si no se dedicasen también a la transmisión de la fe a los hijos. Una fe, pero, que debe ser también conocida y vivida por los padres.

Así la familia cristiana se convierte en el ámbito privilegiado donde el niño se inicia en el conocimiento de Dios, comienza a acoger su Palabra y a reconocer las formas de vida de los que creen en Jesús y forman la Iglesia. Como dice el documento de la Conferencia Episcopal Española "Orientaciones pastorales para la coordinación de la familia, la parroquia y la escuela en la transmisión de la fe" en la familia cristiana se deben dar "las condiciones adecuadas para que se pueda vivir la fe en el día a día. Es la misma fe celebrada en los sacramentos, que son acontecimientos significativos en la historia de la familia, de modo especial la Eucaristía dominical, y en la oración, expresión de fe y ayuda a la integración de fe y vida" (N. 43). Así mismo, "La familia debe ser también el marco propicio donde se descubran, asuman y practiquen las virtudes cristianas, más aún en medio de un ambiente social desfavorable" (N. 45).

Os recuerdo lo que escribí en la Hoja diocesana del pasado mes de mayo: "Queridos padres de las familias en Ibiza y Formentera: siempre, y especialmente en este verano sed los primeros y principales evangelizadores, catequistas, educadores en las virtudes de vuestros hijos. Id a la Misa dominical con ellos, que aprendan de vosotros lo importante que es la Misa, la comunión; que haya oración en vuestras casas con vuestros hijos, hablad con ellos de Dios, de la Iglesia, del amor, del servicio, de la caridad. Juntos leed la Biblia, leed y comentad vidas de santos, aportad doctrina segura, conocimiento de Jesucristo, pues "La alegría del Evangelio llena el corazón y la vida entera de los que se encuentran con Jesús. Quienes se dejan salvar por Él son liberados del pecado, de la tristeza, del vacío interior, del aislamiento. Con Jesucristo siempre nace y renace la alegría" (Papa Francisco, Ex. Ap. Evangelii gaudium, n. 1)".

Queriendo colaborar y prestar un servicio a las familias de Ibiza y Formentera, seguiremos profundizando en este tema en los próximos artículos.

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