Francisco A. tiene 29 años y está luchando contra el alcoholismo, una enfermedad que recuerda que es «mental, incurable, progresiva y mortal». Aunque fue «muy difícil» fue él mismo que hace unos años se dio cuenta que tenía este problema con el alcohol, lo que le hizo alejarse de su entorno familiar y encerrarse en un mundo «irreal». «Llegué a estar muy deteriorado mentalmente hasta tal punto que llegué a la desesperación porque no sabía como vivir, incluso deseé la muerte», relata este joven de Elche, residente en Eivissa, que explica que cuando bebe es «como el doctor Jekyll y el Mister Hyde, me convierto en una persona diferente, en un monstruo». Asegura que fue «perdiendo todo» y cuando ya se veía en la calle pidió ayuda en el Movimiento 24 horas Alcohólicos Anónimos de Elche, donde le ofrecieron unas instalaciones donde dormir. «Si no hubiera entrado en el grupo, estaría posiblemente muerto», reconoce Francisco, que ahora ha creado el grupo Alcohólicos Anónimos Ibiza junto a dos compañeros con el objetivo de ayudar a aquellas personas que tengan problemas con el alcohol y que quieran dejar de beber, el único requisito para entrar.
El grupo abrió sus puertas el pasado mes de agosto y es el primero de Balears. Francisco explica que están abiertos «24 horas del día los 365 días del año» y que cuentan con unas instalaciones en Cala de Bou donde ofrecen comida y sitio para dormir. Los servicios son gratuitos y los mantienen con sus propias contribuciones. «No hay una cuota, cada uno aporta lo que puede», especifica Francisco, que detalla que desde que se pusieron en marcha han recibido bastantes llamadas para pedir información, aunque de momento nadie se ha unido al grupo, aparte de las tres personas que lo crearon. Según explica, ofrecen terapias de grupo donde cada uno explica sus experiencias, pero «no hacemos diagnóstico ni juzgamos a nadie». «Si son enfermos alcohólicos lo decidirá cada uno», recuerda este joven, que manda un mensaje a aquellas personas que sufren la misma enfermedad: «Les diría que el alcoholismo es un problema de salud y no de vergüenza y que se animen a llamar».
Francisco, que empezó a beber con 15 años, recuerda que para él también fue difícil pedir ayuda y reconocer que era un «enfermo alcohólico». Al principio pensaba que su problema era con las drogas, ya que consumía cocaína, pero cuando económicamente ya no podía comprarla, se dio cuenta que el problema era el alcohol. «Cuando tomo un sorbo de alcohol, hay una reacción en mí que no me deja parar de beber. Paraba porque no tenía dinero o porque mi cuerpo ya no aguantaba más alcohol».
Ahora reconoce que está «contento y satisfecho» de haber entrado en el movimiento porque se encuentra «mucho mejor que antes», aunque reconoce que es una enfermedad «incurable» y que es consciente de que tiene que estar «toda la vida» en contacto con el grupo para evitar volver a beber. En estos momentos, ha empezado a recuperar el contacto con su madre, sus hermanas, su expareja y su hija. «Algo que no tenía tiempo atrás».