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Entrevista - Juanjo Riera, presidente Federación Hotelera Eivissa y Formentera

«En Eivissa existe el sentimiento de que la isla se nos está escapando de las manos»

El presidente de la Federación Hotelera de las Pitiüses se entrevistó con este rotativo en el Hotel Argos, en la playa de Talamanca. | Toni Escobar

| Eivissa |

Semanas atrás Juanjo Riera renovó como presidente de la Federación Hotelera de Eivissa y Formentera (Fehif) ante la falta de candidatos a suplirle. Este jordier ha sido la cara más visible de los hoteleros pitiusos, el sector económico que más puestos de trabajo crea en nuestras islas pero que no está exento de críticas. Este año, además, deben hacer frente al nuevo impuesto turístico establecido por el Govern balear que, a diferencia de lo ocurrido en el primer Ejecutivo de Antich, les ha cogido en una fase económica al alza y con más turistas que nunca.

—Se siguen batiendo récords de llegada de turistas al aeropuerto. ¿Será esta la mejor temporada de la historia?
—Todo apunta a que será, si no la mejor, de las dos o tres mejores temporadas de la historia.

—¿Se tienen que poner límites a la llegada de turistas, como ya dicen abiertamente en Formentera?
—Todos sabemos que en la Unión Europea hay libre circulación de personas, vehículos y mercancías. Aquí hay que tener en cuenta que somos dependientes de un sistema de vacaciones en Europa diferente al de España, Francia o Italia, que es bastante largo y está concentrado en julio y agosto, que es cuando tenemos toda esta concentración. En Alemania, por ejemplo, tienen las vacaciones más repartidas a lo largo del año. ¿Poner límites? El límite será la capacidad de la isla.

—¿Y los hoteleros creen que cabe más gente o que ya se ha tocado techo?
—En julio y agosto la isla está llena, pero si tenemos memoria toda la vida ha sido así. Pero sí que hay que tener un debate sobre hasta dónde queremos llegar y si queremos tener más turistas, ampliar más las carreteras o tener más depuradoras, que no creo que sea la solución. Tenemos que preservar la isla.

—Según la Fundació Gadeso la opinión de la isla que tienen los turistas empeora con el paso del tiempo. ¿Tiene la misma sensación, le llega este descontento?
—Hay turistas que son muy fieles a Eivissa que dicen que se han perdido muchos lugares con encanto, como el típico restaurante familiar de playa de cocina ibicenca y que ahora se han convertido en beach club. Muchos creen que hemos perdido nuestra esencia y autenticidad. Lo que noto es que los clientes que conocen bien Eivissa se van cada vez más hacia el norte de la isla, donde los precios también son más asequibles pero donde pueden comer o cenar con tranquilidad y no con música que te taladre.

—¿Existe el peligro de convertirnos en un parque temático donde los residentes no tengamos cabida?
—En Eivissa sí que existe un sentimiento de que la isla se nos está escapando de las manos y que a veces te sientes extraño en tu casa.

—El año pasado vinieron 40.000 alemanes menos a Eivissa. ¿Los recuperaremos este año?
—Pienso que sí, los números están yendo bien. El año pasado llegaron a Eivissa 3.225.000 pasajeros, de los que 1.229.000 eran españoles, por lo que casi 2 millones fueron extranjeros. El mercado británico representa 1 de cada 4 pasajeros y el 42% de los turistas extranjeros que llegan, por lo que tenemos una dependencia demasiado grande del mercado británico. En cuanto a los alemanes, es un mercado que se mueve entre los 300.000 y 330.000 turistas desde que se entró en el euro. Pienso que este año recuperaremos las cifras de 2014, cuando llegaron 332.000 alemanes.

—Como ha dicho, el británico es el mercado más importante en Eivissa. ¿Llegarán menos turistas británicos por culpa del ‘brexit' el año que viene?
—No soy adivino, pero los precios de Eivissa ya sabemos que son caros. Lo que se está comentando es que si Eivissa se encarece mucho los británicos vayan a la Península, tanto a España como Portugal. El abanico de destinos turísticos en el Mediterráneo se ha reducido mucho por la inestabilidad política y los atentados que ha habido en Túnez, Egipto o Marruecos, que es un país al que cuesta que los turistas vayan. Luego está la desgraciada guerra civil en Siria, que también repercute en Turquía y las islas griegas.

—¿Han empezado a tantear a los touroperadores británicos de cara al año que viene?
—Sí, estamos empezando a hablar. Los hoteleros de Eivissa estamos mirando de ser cautos porque nos empiezan a argumentar el tema del brexit. Una de las cosas que se están negociando con ellos son los porcentajes de los descuentos por reserva anticipada y el tiempo de duración de este early booking y se pueda reservar menos meses. Y luego la subida de precios de cada hotel dependerá de si se han hecho reformas o no. En Eivissa también vemos que touroperadores como TUI llegan a acuerdos con cadenas hoteleras para tener un hotel durante una serie de años, ya sea alquilado o en explotación, para asegurarse camas para los próximos años.

—¿Hacia dónde hay que dirigir los esfuerzos en promoción turística en los próximos años? ¿Qué objetivos nos tenemos que marcar?
—Que lo que vendamos sea verdad. Tenemos que trabajar para que haya un buen suministro de agua a la zona de Sant Jordi, que ya se está haciendo, o controlar los fondeos en toda la costa de la isla. También esperamos que el emisario de Talamanca ya lo hayan sacado de la bahía el próximo año. Creo mucho en el renacimiento de la zona de ses Figueretes, donde se está haciendo un esfuerzo inversor muy grande. Hemos tenido reuniones con el Ayuntamiento de Vila y quiero agradecer a las concejalas Gloria Corral, Montse García y Elena López porque han sido provechosas y se han visto avances. Les comentamos que si no podíamos hacer grandes inversiones en el paseo marítimos, que por lo menos hubiera más mantenimiento y limpieza y los asociados de ses Figueretes ya me han dicho que están contentos.

—Tras la crisis económica de 2008, las reformas hoteleras han cogido fuerza en los últimos años. ¿Cree que seguirán así o la moratoria urbanística que afecta a la ley turística las frenará?
—En las Pitiüses la gente tiene mucho empuje y desde hace años se está produciendo un cambio generacional. Yo siempre digo que no hay que dejar morir el negocio y, para ello, hay que estar al día y renovar los establecimientos. Además es la manera de no consumir territorio y preservar la isla. Seguirá habiendo reformas pero hay que reconocer que ya se han hecho muchas, lo que yo no puedo asegurar es que haya el mismo ritmo inversor que en los últimos años. Quiero recordar que hace 15 años había un único hotel de cinco estrellas y ahora hay 12, y antes había 23 hoteles de tres estrellas y ahora hay 40, sin olvidar que ahora hay agroturismos y hoteles rurales con una calidad muy buena. Me cuesta creer que se mantenga el mismo ritmo que entre los años 2012 y 2015.

—¿Es bueno que cada vez haya más hoteles de mayor categoría o nos estamos olvidando de la clase media?
—Pasará lo de siempre: cuando venga una crisis los de cinco estrellas se venderán a precio de cuatro estrellas, los de cuatro a precio de tres y efecto dominó. Lo que está claro es que en Eivissa el turismo de lujo mueve mucha actividad económica, pero el punto fuerte de la isla siempre ha sido la clase media y los hoteles de tres estrellas.

—La opinión de los hoteleros sobre la ecotasa ya la sé pero, ¿qué piensan los clientes? ¿Qué le llega a usted?
—Lo que no puedo decir es que haya habido grandes quejas pero sí que, teniéndolo todo informatizado, nos hemos cargado de trabajo en recepción y administración. Los check in y check out se hacen más largos. A todos nos sabe mal que lo que se recaude en Eivissa no revierta en la isla. Si es un impuesto ecológico lo más normal es que se reinvirtiera el 100% donde se recauda porque se supone que es para mitigar el impacto del turismo, pero creemos que al final servirá para pagar déficit y el gasto corriente del Govern. Ya veremos lo que llega a Eivissa.

—Meses atrás lo vi muy decidido a dar un paso atrás en la Federación Hotelera, ¿qué ha cambiado?
—Con la gente que hablamos del municipio de Santa Eulària no se animó a coger la responsabilidad. Viendo lo que iba a pasar decidimos reforzar la junta directiva y tengo que decir que estoy muy contento con la entrada de dos chicas, María Costa Roig, del Hostal Pitiusa; y Ana Gordillo Costa, del Hostal Mallorca, que son gente que ya han acabado sus carreras universitarias y cuya vocación hotelera les viene de parte de madre. Nos irán muy bien porque hace años que vengo reclamando que haya más mujeres en la junta directiva y porque creo que ya es hora de que haya una presidenta en la Federación Hotelera de Eivissa y Formentera.

—¿A los hoteleros les va mejor cuando gobierna la derecha?
—La verdad es que hemos invertido y hemos trabajado igual cuando ha gobernado la izquierda y la derecha, lo que pasa es que cuando entra la izquierda nos ponen más impuestos.

—En Sant Antoni, donde también tiene negocios, se está elaborando un plan para cambiar su modelo turístico. ¿Cree que será posible?
—En Sant Antoni la empresa privada está invirtiendo mucho y a mí me preocupa la zona del West End. Medidas como prohibir el tráfico a partir del mediodía en las calles colindantes a la iglesia me han gustado. En cualquier parte del mundo se intenta peatonalizar el casco histórico y, una vez hecho, todo el mundo está contento. En Sant Antoni se tendría que llegar a un acuerdo entre todos y que el West End mejore en los próximos años.

—En Portinatx y Sant Miquel varios establecimientos hoteleros han cambiado de manos en los últimos meses. ¿Lo ve positivo?
—Creo que será positivo porque dicen que subirán la categoría de los hoteles. La zona norte es la zona mejor preservada de la isla y hoy en día es muy difícil levantar un hotel, por lo que es normal que los grupos inversores se hayan fijado en estos hoteles.

—¿El todo incluido es como las serpientes, una especie a erradicar en Eivissa?
—Dependerá del mercado; si las familias demandan unas vacaciones en las que sepan lo que van a gastar seguirá habiendo todo incluido. Hay hoteles que dan un todo incluido de mucha calidad. Aquí siempre ha creado mucha polémica pero está extendido por todo el mundo, y en el Mediterráneo también.

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