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Entrevista - Agustí Jansà Clar, meteorólogo y divulgador científico

«La alerta por sequía asusta; hay margen con los recursos hídricos»

Agustí Jansà advierte que hay acuíferos costeros que se han salinizado porque no se ha frenado la extracción. Foto: T. A.

| Menorca |

Agustí Jansà (Sant Lluís, Menorca, 1948) ha compaginado la gestión técnica con la investigación y la actividad científica. Tras jubilarse como director de AEMET-Balears, el 2013 fue nombrado colaborador honorífico de la UIB. Es autor de El clima de les Illes Balears, publicado por Lleonard Muntaner.

—¿Padecemos sequía en Balears?
—Diría que se estaban rozando, a final de agosto, las condiciones de sequía; pero decir si hay o no sequía se basa en convencionalismos, como pasa con las olas de calor o de frío. Atendiendo al balance interanual de lluvias, en nuestro clima hay mucha variabilidad natural de las precipitaciones. Podemos hablar de normalidad mientras las anomalías, por arriba o por abajo, no superen el 20 por cien de la media climatológica. Empezábamos a pasar de un simple déficit, dentro de la normalidad, a una sequía, evidentemente no extrema.

—¿Es preocupante la situación de los recursos hídricos de Balears?
—A pesar de que septiembre está ya muy avanzado, aún no tenemos datos publicados para conocer qué influencia acabará teniendo sobre el conjunto de las precipitaciones del año y los recursos hídricos. Ambas cosas están muy relacionadas. Septiembre empezó muy seco, después han venido las lluvias. Ya veremos cuál su contribución. Si nos referimos a final de agosto, con datos publicados, había un déficit claro de precipitación del 22 por cien según AEMET y un discreto 41 por cien de disponibilidad de recursos hídricos en relación con los máximos históricos, según la dirección general del Govern.

—¿Se han registrado años más secos?
—Desde luego. Verdaderas sequías, profundas, se dan de vez en cuando. Si nos fijamos en el periodo reciente, en varias ocasiones el balance interanual de lluvias se ha situado por debajo del 40 por cien de la media, o sea, completamente fuera de la normalidad. Ha ocurrido entre 1955 y 1957; dos veces durante la década de los 60; entre 1983 y 1985; entre 1993 y 1996, cuando se tuvo que emprender, con poca fortuna, la ‘operación barco', y entre 1999 y 2001. En esta última fuerte sequía ya había desaladoras, que permitieron sobrevivir.

—¿Es acertado decretar alerta o emergencia por sequía en las Islas?
—Tal como se aplica ahora, según lo definido por el Plan Hidrológico, se habla de sequía -en términos de prealerta- desde el momento que los recursos hídricos se sitúan por debajo del 50 por cien de los máximos históricos, sin valorar que hay un margen amplio para la normalidad.

—¿Qué alternativa propone?
—Hasta el cuarenta y poco por cien en recursos o hasta el 20 por cien en déficit interanual de lluvia no habría que hablar, cara al público, de sequía, porque son desviaciones normales, habituales en nuestro clima. Desde que se produce un déficit mínimo, los gestores del agua deben reforzar su atención y poner en marcha medidas precautorias. La alerta por sequía asusta y los recursos hídricos, al 30 por cien aproximadamente, tienen todavía un margen relativamente amplio en relación al agotamiento. Las sequías profundas, si no se gestionan bien, tienen graves efectos negativos como la salinización -por intrusión marina- de los acuíferos. Ahí es difícil la vuelta atrás, la recuperación.

—¿A favor de la construcción de nuevas desaladoras en Balears?
—No sé si harán falta nuevas desaladoras, pero habrá que utilizar las que hay. La población fija y el turismo han aumentado, mientras que los recursos hídricos naturales no han crecido ni es previsible que crezcan. Todo dependerá de si estos recursos se usan mejor y de cómo evoluciona la demanda, concretamente la presión humana, turística o no.

—¿Las desaladoras son la respuesta adecuada en el archipiélago?
—Si las lluvias, que son la única fuente de alimentación de los recursos hídricos naturales, fueran regulares, no harían falta desaladoras, siempre que los recursos se aprovecharan al máximo mediante su racionalización, más eliminación de pérdidas y mayor reutilización de las aguas usadas. Pero nuestras lluvias son muy irregulares, los periodos de sequía existen y pueden ser muy intensos, mucho más que ahora. Y somos unas islas, un territorio limitado. Explotar excesivamente los acuíferos subterráneos, especialmente los costeros, cuando hay sequía es un disparate porque matamos la fuente de suministro.

—¿Entonces, ¿qué papel deben desempeñar las desaladoras en Balears?
—Son un elemento de regulación, de estabilización de la irregularidad de los recursos naturales, aunque ello exigiría más canalizaciones para que las aguas desaladas vayan donde hace falta. De ningún modo pueden convertirse las desaladoras en la excusa para fomentar el uso, el abuso e incluso el despilfarro del agua.

—¿A favor de reutilizar las aguas depuradas para la recarga de los acuíferos?
—-¡Claro que sí! Verter el agua al mar, directamente, parece un derroche. El agua depurada debería servir para muchos riegos y otros usos, además de para recargar acuíferos cuando se ha vivido una mala época. La naturaleza acabará de depurar el agua que se haya reinfiltrado, lo que alargará la vida y la salud de los acuíferos. Y puestos a imaginar, algún día las ciudades y los pueblos tendrán que tener dos circuitos de agua, uno para consumo humano directo y otro, procedente de la depuración, para riego.

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