Medio centenar de visitantes viajaron ayer en el tiempo para adentrarse en el proceso de producción del aceite. Lo tradicional y lo vanguardista se aunaron en Cas Costes y Can Joan Benet, dos puntos clave donde la oliva ibicenca hizo delicias a los paladares más exigentes. Esta jornada se enmarca dentro de la I Fiesta del Oli de Oliva de Ibiza.
La primera parada del día fue el trull de Cas Costes. En este lugar el tiempo parecía no haber transcurrido. Lo rudimentario se apoderó de la maquinaria. José Prats, Vicent ‘Palermet' y José Ramis recordaron cómo hace más de 200 años sus antepasados empezaron con este proceso que a día de hoy sigue en marcha. «Antes se hacía aceite cada día», recuerda emocionado Prats.
Los flashes de las cámaras no dejaban de inmortalizar el momento. El trull de Cas Costes se llenó de curiosos que no perdieron detalle al proceso del aceite. El primer paso consistía en poner leña en el fuego para calentar el agua que luego serviría para realizar el último paso de cara a la obtención del aceite. Con las olivas extraídas del árbol, a continuación hay que vaciar los cestos para aplastarlas con un ruló que gira empujado por un burro. Tras una serie de vueltas, el resultado es una pasta que acto seguido se deposita en cofins, cestos de esparto que en el mismo momento se aprensa con un tronco. De ahí pasa a las fones donde se mezcla con el agua caliente del primer paso para completar el proceso de la producción del aceite.
Apenas dos kilómetros separan lo tradicional (Cas Costes) de lo moderno (Can Joan Benet) a la hora de producir el aceite de Ibiza. El trull moderno de Joan Benet sustituye el proceso del hombre por el de la maquina. «Si la de Cas Costes necesita una hora de trabajo para recopilar como mucho 200 kilos de aceite de oliva, en el de Joan Benet pueden extraer en ese tiempo hasta 1 tonelada», según detalló Juan Prats Ribas ‘Joan Benet', el dueño de la almazara Can Benet.
El primer proceso para la elaboración de oliva con este tipo de maquinaria no es otro que echar las aceitunas a una tolva que, seguidamente, sube por una cinta transportadora. La aceituna para en un ventilador donde se produce la separación entre la hoja y la aceituna. El siguiente viaje para en una ‘lavadora,' donde la oliva se limpia antes de llegar a la báscula automática para comprobar su peso. Además, sustituyen el ruló y el caballo para aplastar la oliva por un molino mecánico. Antes de terminar de hacer el aceite hay que mantener la masa de la oliva en constante calor, sin añadirle el agua caliente, durante aproximadamente una hora. Con ello aterriza en una centrifugadora para finalmente para en un recipiente. Acto seguido solo falta embotellarlo y listo para servirse en la mesa.