La historiadora ibicenca Ana Mesquida fue la encargada ayer por la tarde de abrir una nueva edición de las Jornades de cultura popular de les Pitiüses que organiza anualmente la Federació de Colles de Ball y Cultura Popular d?Eivissa i Formentera en el antiguo edificio del Consell d?Eivissa, situado en el número 9 de la calle Bes de la ciudad de Ibiza.
El tema de su conferencia, Magia y superstición en el mundo fenicio-púnico, sonaba a apasionante y durante los días previos despertó mucha expectación, principalmente, porque hay gran escasez de fuentes a las que recurrir para entenderlo. «Lo primero que tenemos que tener claro es que para comprender este tema, al igual que con todo lo que proviene del mundo púnico, los historiadores se encuentran con el grave problema de la falta de textos escritos que nos cuenten exactamente como afrontaban la magia y la superstición los habitantes de esta civilización», comenzó de hecho su explicación Mesquida.
Por ello, y al contrario de lo que sucede por ejemplo con el imperio romano que abordará hoy la arqueóloga Carmen Mesquida, todo lo que contó la conferenciante de ayer se basa en suposiciones y en culturas similares como la fenicia. «En este caso tenemos que recurrir a objetos de otras culturas, analizar el lugar y el contexto en el que se han encontrado y presuponer e imaginar qué valores tenían y cuales eran sus usos», explicó haciendo especial referencia a los amuletos u objetos pequeños que se han encontrado por ejemplo en los enterramientos descubiertos hasta el momento en distintos lugares de Ibiza.
Temores a seres malignos
Según Ana Mesquida, viendo los amuletos y los objetos hallados en los enterramientos excavados, parece que no hay ninguna duda de que los púnicos «al igual que otras muchas otras civilizaciones tenían temor a los que consideraban seres malignos, sobre todo en el tránsito hacia la otra vida». Además, según aseguró la historiadora, «puede ser totalmente normal que los usaran como medida de protección ante enfermedades o como elementos mágicos para vivir más años, ya que en la mayoría de las civilizaciones de la antigüedad magia y medicina estaban íntimamente ligados».
Según estos objetos parece que había distintos tipos de amuletos. La mayoría de los que usaban los púnicos estaban construidos en hueso y según lo encontrado hasta el momento, la mayoría tienen una tipología claramente egipcia. Además, los historiadores han identificado varios collares de cuentas o campanitas de bronce infantiles que, según Mesquida, «además de tener un valor ornamental y decorativo, posiblemente se usaran como medida de protección ante algunos temas, sobre todo entre los niños».
Precisamente, la conferenciante destacó que la mayoría de los objetos que se piensan que son amuletos han aparecido en tumbas infantiles. «Es algo que puede pasar desapercibido para los que no son historiadores pero es un dato curioso y revelador porque explica claramente que los niños en aquellas civilizaciones eran los más débiles y los que más protección necesitaban ante enfermedades o ante influencias externas que pudieran acabar con su vida».
Por último, la historiadora ibicenca también explicó que no se sabe con exactitud si en el mundo púnico había algún tipo de ceremonia para el paso de la vida a la muerte o si había hechiceros o magos. «No tenemos fuentes fidedignas que nos hablen de su existencia pero si tenemos en cuenta que en todas las civilizaciones de su época de las que tenemos datos se habla de ellos, es de suponer que los púnicos también tenían sus propios sacerdotes y sus propios rituales, aunque todo entra dentro del mundo de la hipótesis», concluyó Mesquida.
UNA RELIGIÓN MILENARIA
Los Reyes Magos, seguidores de Zoroastro
Ana Mesquida explicó que el significado originario del término magia no tiene nada que ver con el actual. «En las civilizaciones antiguas los magos eran sacerdotes con amplios conocimientos sobre todo tipo de temas, especialmente, relacionados con la filosofía, la medicina, las artes o la astrología». De hecho, según la historiadora ibicenca, a los Reyes Magos Gaspar, Melchor y Baltasar se les atribuye el adjetivo de magos «porque eran tres sabios o astrólogos posiblemente seguidores de una filosofía basada en las enseñanzas del profeta Zoroastro o Zaratustra que nació entre el siglo IX y X A.C, en el territorio del actual Irán y que está considerada una de las religiones vivas más antiguas, siendo profesada por unas 200.000 personas en todo el mundo, sobre todo India Occidental, Irán central y las antiguas colonias británicas.