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Hablemos de arte | Steinmeyer

Interpretación escénica

Objects and Audience, Bleacher Neïl Beloufa Lune Rouge (Ibiza, 2018)

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La primera vez que tuve la ocasión de visitar la Lune Rouge en Es Gorg, espacio expositivo de Art Projects Ibiza, viví igual que en esta ocasión, con asombro algo que no me esperaba. Ahora ya soy consciente, que no se trata de algún evento puntual que acaba desvaneciéndose, como tantos proyectos que cruzan la isla. Espero al menos.

¿Y quién se espera que en un polígono industrial se ubiquen naves que acogen lo más contemporáneo de la creación humana? Cierto es que en el mismo polígono existen más ofertas relacionadas con el arte. Aquí me atrevo a señalar que este espacio se encuentra claramente a la altura del CAAC, por ejemplo.

Las creaciones de este joven talento que expone en actualidad, son obras de una intemporalidad segura. Podrían haber visto mundo hace un siglo, como en un futuro. Sus orígenes audiovisuales no interfieren demasiado en el avance de su obra, en el sentido de que no ha presentado videoarte cómo tantos otros colegas contemporáneos. La experiencia del arte aplicado sí tiene una presencia bien destacada. Y como no, la visión documentalista del autor, firma con firmeza cada una de las obras expuestas en la sala.

Utiliza en ocasiones materiales livianos que imitan elementos habituales como el concreto o el ladrillo, en fin elementos requeridos para la construcción de edificios, infraestructuras o cómo no, elementos artísticos integrantes y necesarios en una sociedad abierta y global, sin obviamente perder el sentido individual de cada región y persona.

Así, resultados de la química pura y dura, como el poliestireno u otros productos aislantes sirven de materia prima para realizar imitaciones, en el mundo audiovisual tan utilizadas. En otras reutiliza elementos residuales, dándoles una nueva vida y documentando de una manera u otra una actualidad con materiales que sino acaban reciclándose, acabarían de forma presencial y duradera en y con el espacio ambiental que nos acoge.

Responsabilidades aparte. Una de las obras centrales, aunque ligeramente desplazada, es una composición residual de elementos que recuerdan nada menos que unas gradas de un espacio deportivo, incluyendo objetos que en algún momento fueron adquiridos con ilusión y ganas de prosperar. No olvidemos, que cuando nos desplazamos a un mall, para adquirir productos nuevos, suelen acompañarnos unas ilusiones que por x o z desaparecen, cuando el artículo en cuestión ha sido víctima de desgaste, olvido o cualquiera de las diferentes posibilidades de nuestra sociedad de consumo.

Gracias a la voluntad y valentía de este creativo, todos estos elementos permanecen en la sociedad documentando una época, un uso. Incluso los objetos menos valorados, como pueden ser artículos de limpieza, para lustrar las gradas, aparecen como testigos constantes de una sociedad quizás cada vez un poco más consciente, de que el sentido de nuestra existencia no debería ser únicamente tener y acaparar.

Una vez más el arte invita a la reflexión y propicia a modo de catalizador, una sostenibilidad ya no tan utópica. Otra de las obras características es una composición de envoltorios y demás embalajes de consumibles utilizados durante uno de los rodajes de este creativo no solo audiovisual. Enmarcados en una moldura que recuerda cualquier dispositivo actual utilizado para la intercomunicación humana, proyecta esta obra a modo de advertencia un planteamiento que invita de alguna manera a lo que antaño se hacía.

Nuestros padres y abuelos vivían posiblemente de una manera algo más consciente, reutilizando cualquier tarro, bote o bolsa y adquiriendo productos a granel…

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