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Empresarios de las Pitiusas

José Vargas y Ricardo Vázquez: «Casi todos en la empresa somos de la familia; es un negocio familiar de verdad»

Crecimiento. Ricardo Vázquez y José Vargas frente a su negocio en el polígono de Es Gorg, donde se trasladaron hace 12 años. | Daniel Espinosa

| Ibiza |

En el mostrador de la ferretería A.Vargas cuatro personas atienden a los clientes. Unos extranjeros buscan una bisagra para una caja «muy grande», dicen. Señalan la bisagra más grande del expositor que hay tras el mostrador. El dependiente les detiene en su elección. Les explica que lo que tienen que tener en cuenta es el grosor de la madera, no el tamaño de la caja. Tras hablar y recordar como son de gruesos los tablones que forman la caja se deciden por una bisagra la mitad de grande que la anterior. Tal vez a eso se refieren José Vargas (J) y Ricardo Vázquez (R), tío y sobrino, cuando hablan de que lo fundamental en el negocio que lideran es la vocación de servicio. Son casi 45 años de historia, en la que ha cambiado mucho el perfil de sus clientes. De recibir mayoritariamente a carpinteros y profesionales de reformas, han pasado a visitarles muchos interioristas o particulares que cada vez más se animan a hacer chapuzas en casa. Todavía en Ibiza se puede oír que «si no lo encuentras, ve a Vargas».

¿Cuál es el origen de la ferretería Vargas?
(J)— Mi hermano, Antonio Vargas, trabajaba de carpintero y por unos problemas de salud que le provocó la carpintería tuvo que dejarlo. En aquel momento en la calle Enrique Fajarnés Tur un tío nuestro tenía la ferretería Guillén, una de las más antiguas de Eivissa. Él comenzó allí, se encargaba de preparar los temas de carpintería y mi tío en el tema de la tornillería y demás. Después de eso, sobre el año 75 se separó de mi tío y montó en la calle Madrid la ferretería A. Vargas. Yo entré con él desde el principio. Estuvimos allí hasta hace 12 años cuando nos movimos al polígono de Es Gorg. Aquí empezó mi sobrino conmigo y desde entonces lo llevamos entre los dos.

¿Cómo era aquella primera ferretería Vargas?
(J)— Estábamos al final de la calle Madrid. En aquella época no había nada, no estaba ni siquiera la calle asfaltada. De la calle Madrid hasta la escuela Juan XXIII no había nada, era todo campo. Recuerdo que en aquellos años fue el boom de la construcción en Eivissa y teníamos muchísimo trabajo cada día. Eran tiempos de mucho trabajo.

Se dice en Ibiza que si no encuentras algo tienes que ir a ferretería Vargas
(J)— Sí, es algo que nos hace sentir cierto orgullo. Todavía hay algún cliente que nos viene diciendo que ha ido por todas las ferreterías y le han dicho que si no lo tenemos nosotros no lo encontrará. Estamos muy especializados en artículos de carpintería. Mucho artículo antiguo, tanto piezas que se utilizaban antes, como piezas de última generación. Seguimos teniendo esa publicidad y nos encanta que la gente piense eso.

¿Es complicado controlar un catálogo tan grande de artículos?
(J)— Sí que es difícil, pero hemos avanzado mucho. Mi sobrino se ocupa del tema informático para el tema de stock. Lo teníamos todo en papel y poco a poco hemos hecho el stock de todo. Tenemos las referencias de todo y es un trabajo que al principio es complicado, pero una vez que lo tienes en marcha. Cuando abrimos esta nave él estuvo quizá dos o tres meses con esto cerrado, introduciendo referencias en el sistema. Ahora respiramos, lo tenemos bastante equilibrado. Pero hay muchas referencias, hay veces que llega el cliente y se escapa alguna. De un simple tornillo hay distintos grosores, largos, colores, cabezas…

¿Esto ha influido en el modo de trabajar?
(J)— Por supuesto, cuando mi hermano empezó en la plaza Enrique Fajarnés estaba ahí con su mujer, que se encargaba del tema de oficina. Pero como se hacía antes. Con un bolígrafo y un papel se hacía toda la facturación, todo el registro… en aquella época yo iba a la escuela y por las tardes cuando nos fuimos a calle Madrid dejé la escuela y ya éramos los dos. Había una exageración de trabajo. Luego fueron entrando familiares, porque todos en la empresa somos de la familia. Todos son sobrinos, novios de sobrinas... es un negocio muy familiar.

¿Cuál es su especialidad? Si tienen alguna.
(J)— Nuestra especialidad es el carpintero. Intentamos tener todo lo que necesita un carpintero. Estamos a la última en marcas de importación. Lo que pasa es que también tenemos mucha clientela de paso. Pero nuestro fuerte es la carpintería. Tenemos paños de puerta de autor, tema seguridad. Tenemos clientes que viven en Austria, en Alemania o en Suiza y te piden un paño concreto de puerta para su casa en Ibiza o su negocio. Si no lo tenemos lo conseguimos. Por ello no se puede decir que no has encontrado algo en Vargas, porque tal vez te digamos que hoy no lo tenemos pero que en unos días lo conseguimos.

¿Cuál es la época en la que más trabajo tienen?
(R)— Ahora en mayo. Desde febrero vamos en crescendo hasta prácticamente el mes de junio, cuando la temporada está avanzada y todos los negocios están abiertos. Nosotros trabajamos cuando los negocios se preparan para abrir. Los hoteles y las tiendas se acercan a pedirnos artículos que necesitan para poner el negocio en marcha.

¿Los negocios son sus principales clientes?
(J)—Sí, profesionales de carpintería y los hoteles. Hay perfiles con los que antes no trabajábamos y ahora los empezamos a ver cada vez más, como son los decoradores o los talleres. Ahora hay muchos negocios que diseñan casas y la mayoría son compañías extranjeras. Casi toda esta gente viene a nosotros por las exclusivas de materiales. Nos llegan muchas memorias de decoradores y arquitectos que nos llegan pidiendo lo último en materiales y, por suerte, los hemos captado nosotros. Eso combinado con material o artículos que se vendían hace 20 o 30 años. Gente que tiene un piso antiguo y busca un tirador de un armario de cocina y dice ¿y esto dónde lo encuentro? Pues aquí lo encuentran y sino les recomendamos algo similar.

¿Hay algún artículo que últimamente les haya sido difícil de encontrar?
(R)— Hace poco un contratista de Bélgica se puso en contacto con nosotros por una casa en la que tenía que trabajar aquí en Ibiza y el cliente quería los mismo cierres que tenía allá en Bélgica para ponerlos aquí y el mismo acabado. Nos llamó para pedirnos esos productos, vimos lo que era y que tenía una fabricación especial. Encargamos que nos lo hicieran y se lo conseguimos. Algo similar nos pasó con un cliente de Costa Rica que trabajaba con la cadena Meliá y nos pidió que le enviáramos los productos allá. Se los conseguimos y los enviamos.

¿Les piden también asesoramiento?
(J)— Sí, somos cuatro o cinco personas en el mostrador y es todo cara a cara. No es como en una gran superficie en la que tú coges pasas por caja y pagas. Aquí te asesoramos, si buscas un paño de seguridad te asesoraremos, te diremos como lo puedes poner, lo que más fácil te resultará. La atención es personalizada. A veces, depende de qué artículos pidas, te hace falta un profesional y la gente no conoce a todo el mundo en la isla. Nosotros que trabajamos con los profesionales, les ofrecemos 3, 4 o 5 para que el cliente elija.

¿El ciudadano de a pie se ha vuelto más, o menos manitas con el tiempo?
(R)— Cada vez más. En invierno lo notamos mucho. Hay mucha gente que trabaja en verano y en invierno se dedica a arreglar la casa. Vemos que cada vez la gente está más informada de todo esto. Buscan en internet y piden información pero ya saben un poco de qué va el tema y exactamente qué es lo que buscan. Sobre todo la gente joven. Vienen algunos muy apañados que se atreven a poner una puerta en su casa y le aconsejamos sobre qué bisagras necesitan o qué paño y a veces luego vienen a contarnos como les quedó.

¿Antiguamente era muy distinto?
(J)— Cuando estábamos en calle Madrid, era una ferretería de barrio, no es lo de ahora. Hoy la gente sale con el coche y antes de volver a Vila pasan por aquí. Para el profesional el tema de parking le ha facilitado mucho. Hemos aumentado la clientela mucho con eso. También nosotros hemos cambiado la forma de trabajar, ahora con la exposición la gente viene a ver un poco lo que hay y luego vuelve cuando ya sabe lo que quiere. Antes con la ferretería más pequeña eso era complicado.
(R)—Nosotros damos un servicio y eso lo tenemos muy en cuenta. Al que viene aquí hay que darle la información que necesite aunque no compre nada, se tiene que ir con una respuesta. Si no lo que busca le enviamos a veces a otro sitio que sabemos que lo tiene. Porque ese otro negocio luego nos enviará clientes. Ese respeto y ese código entre ferreteros es importante, nos respetamos todos y trabajamos todos.

¿Cómo ha cambiado el negocio?
(R)— Es un crecimiento continuo. Teníamos dudas en algunos temas al trasladarnos. En aquel momento lo teníamos ya casi todo montado pero no había nada. Así que le plantee a Pep la posibilidad de hacer algo arriba donde ahora tenemos la exposición. También el tema de pasar de papel y boli a un sistema informático fue grande. Pero todo fue poco a poco. Cuando abrimos no teníamos exposición. Montamos todo nosotros, luego las empresas que confiaban en nuestro trabajo nos trajeron material nuevo y así hemos ido creciendo.
(J)— Tenemos clientes desde el año 75 que son los mismos y siguen viniendo. Además hemos empezado a trabajar con perfiles de clientes que ni se nos hubiera ocurrido pensar en ello hace 15 años. Tenemos clientes extranjeros que nos traen proyectos y tenemos un movimiento continuo de trabajo. Ven que nuestro trabajo es respetable y que cumplimos con nuestra palabra. Que es difícil aquí en Ibiza. A nosotros nos pasa mucho que nos encargan algo y por tema de transporte no nos llega cuando le dijimos al cliente y eso nos juega una mala pasada.

¿Tienen proyectos de futuro? ¿Crecer tal vez?
— El proyecto es más en materia interna para poder hacer mejor nuestro trabajo. No queremos crecer sino ser más eficientes. Somos muy exigentes con nuestro trabajo y queremos tenerlo todo controlado. El tema de atención al cliente lo llevamos perfecto. Quizá nos gustaría tener algún trabajador más pero no hay gente que sea suficientemente responsable y que quiera. Hemos tenido gente que empieza en febrero y luego en junio desaparece. Y todo lo que te ha costado formarlo como ferretero lo pierdes. Pero es un problema de la isla. Quizá este invierno formemos a alguien para la temporada que viene, pero es algo complicado porque hay tantos artículos que es difícil atender de cara al público.

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