Son la novedad del momento. Los patinetes eléctricos forman parte del día a día y han llegado para quedarse. Así lo demuestran las cifras de ventas, cada vez más altas, y las calles de la ciudad de Ibiza este verano.
Han creado una moda que no hace ruido, es respetuosa con el medio ambiente y tiene un precio medianamente moderado.
Sin regulación
Los motivos por los que se está dando este boom son diversos. El más destacado es que esta mueva forma de desplazamiento permite recorrer la ciudad sin sufrir los eternos atascos. Tampoco hay que volverse loco buscando un aparcamiento, sino que se ‘pliega' y guarda en cualquier sitio. Además, es el más ecológico de los vehículos a motor actuales; apenas contamina ya que funciona a través de un motor que se carga mediante un enchufe corriente.
Los patinetes eléctricos con manillar y sin sillín son los más demandados. Pueden alcanzar una velocidad de unos 25 km/h y tienen una autonomía de unos 30 km.
«Yo lo tengo desde hace bastante tiempo y lo uso porque donde vivo nunca hay aparcamiento y trabajo en la Marina, donde en verano también es casi imposible aparcar.
También porque ahorro mucho tiempo en atascos al no usar la carretera», apunta Álex, un usuario de este patinete.
En este sentido, precisamente el hecho de que estos nuevos artilugios compartan espacio con los peatones no acaba de contentar a toda la ciudadanía. «Van muy deprisa y pasan siempre por la acera, por donde están los peatones y no tienen en cuenta que muchas veces hay niños pequeños o personas mayores a las que pueden atropellar y hacer verdadero daño», se queja Lina, una vecina de Vila.
Los patinetes eléctricos, al ser tan novedosos, no aparecen como regulados en la actual Ley de Seguridad Vial, lo que causa ciertos incovenientes para la correcta convivencia entre los vecinos y estos vehículos.
Desde la concejalía de Mobilitat del Ayuntamiento de Eivissa indican que «siguen a la espera de la publicación del Real Decreto sobre Vehículos de Movilidad Personal (MVP) del Gobierno central» y destacan la importancia de que haya una normativa a nivel estatal, dado que, si no, «cada municipio podría tener ordenanzas diferentes o incluso contradictorias».