Milagros Pierna (Zamora, 1957) es escritora, catedrática de lengua española y una de las profesoras más queridas del Instituto Santa María, donde ejerció durante años. Afincada en la isla desde 1981, es autora de varios libros y ganadora de premios como el Premio Narrativa Femenina Galiana de Novela Corta, el Premio Ana Maria Matute, el Premio Provincia de Guadalajara Camilo José Cela o el Premio Ciudad de Huelva de relatos cortos. Mañana impartirá en la biblioteca de Can Ventosa de Ibiza una conferencia sobre el escritor canario Benito Pérez Galdós. De él se ha hablado y escrito mucho, y se hará más aún ahora que este año se celebra el primer centenario de su muerte. Por ello, la intención de Pierna es dar su particular visión y abordar los aspectos menos conocidos de su figura.
—En 2020 se celebra el año Galdós. ¿Viviremos un boom de todo lo referente con Benito Pérez Galdós?
—Ya lo estamos viviendo desde diciembre. Todo el mundo habla de su figura. Se han programado conferencias, exposiciones y se editarán varios libros sobre él. Viviremos una sobreexposición sobre Benito Pérez Galdós, pero bienvenido sea.
—¿Servirá para que se le conozca mucho más?
—A Galdós le conoce mucha gente aunque sea de oídas. Fue sin duda uno de los escritores más importantes que ha dado este país y, además, para varias generaciones era ese señor con bigote que aparecía en los billetes de 1.000 pesetas (risas). Además, antes de que llegar este centenario, se ha escrito y hablado mucho sobre él.
—¿Por eso su intención es ofrecer una versión distinta de su figura?
—Sí. He titulado la conferencia Galdós, ese desconocido e intentaré que los asistentes a la conferencia conozcan la parte menos conocida de su figura. Que no sólo se queden con que era el autor de Los episodios nacionales o Fortunata y Jacinta.
—¿Cuál fue la mayor aportación de Galdós a la literatura?
—Muchas. Tal vez la más importante es que el lector aprendiera sobre historia disfrutando. Leer cualquiera de sus Episodios Nacionales es una lección de historia divertida, que se disfruta muchísimo y que tiene además unos personajes increíbles. También fue un escritor que reflejó a la perfección el tiempo en el que vivió.
—¿Hay muchos herederos de Galdós entre los escritores españoles actuales?
—Bastantes, pero, sin duda, la más importante es Almudena Grandes. Ella siempre se ha declarado galdosiana y ha confesado que aprendió mucho leyendo sus libros.
—Como catedrática de lengua española y profesora durante muchos años en el Instituto Santa María, ¿cree que Galdós es lo suficientemente conocido entre los jóvenes de hoy en día?
—Se hace lo que se puede. Los profesores, entre los que me incluyo, lo intentamos, pero hoy en día el lenguaje que empleaba les queda un poco lejos. Están acostumbrados a cosas más ágiles, más ingenuas y más directas, sin tantas descripciones. Les gusta la televisión y el lenguaje de las series, y precisamente Benito Pérez Galdós era todo lo contrario.
—Ya se que resultará complicado, ¿pero con qué obra se queda del escritor canario?
—No me puedes hacer eso (risas). Para mí es imposible elegir solo una. Me parece fascinante Fortunata y Jacinta, porque para mí es la novela total. Es larga, sí, pero no se hace pesada porque en ella mezcla con gran acierto la documentación histórica y las relaciones entre el clero, la sociedad y la política de la época. Es, en definitiva, un fantástico reflejo de una España que, en muchos aspectos, no es muy diferente a la actual.
—Veo que para usted es uno de sus escritores favoritos.
—Uno de ellos. Para mí es tan importante que cuando me preguntan por una obra en concreto siempre acabo diciendo una decena (risas). De hecho, yo siempre digo que cuando terminas de leer sus libros, no sabes cómo pero necesitas más galdoses.
—¿Por qué dice que la España de Galdós y la actual no han cambiado tanto?
—Porque escribió y vivió una época muy complicada con continuos choques entre partidarios de los liberales y de los conservadores, con una influencia muy fuerte del clericalismo. No sé si eso te sonará. Además, él era anticlerical y, por ello y por otras cosas, tuvo muchos enemigos entre los conservadores. Lo mismo le pasó con su obra. Despertaba muchas envidias entre aquellos que no podían comprender cómo escribía sencillo y tan rápido. Era capaz de hacer cuatro novelas al año y eso no gustaba a mucha gente.
—¿Por eso nunca le dieron el Nobel a pesar de ser nominado en varias ocasiones?
—Ayudó. Está demostrado que hubo conspiraciones, movimientos y cartas que llegaron a Suecia desde España para que no se lo dieran. Al final, como suele pasar en otros aspectos, nadie se atrevió a ir en contra de tanta gente importante.