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Toneladas de residuos de todo tipo se acumulan en un solar junto a Casa Lola

Buen estado. Por el estado todo parece indicar que llevan poco tiempo allí y no es muy descabellado sospechar que al menos buena parte se puede haber formado durante el estado de alarma.

| Eivissa |

Montañas de restos de poda, de sacos de basura, de macetas de todos los tamaños y colores y de palés. Coches y furgonertas desguazados, hornos, neveras, cristal, cintas de cassete y vhs. Sacas de obra llenas de escombro, sillas de oficina y muebles viejos. Estos son algunos de los ejemplos de las toneladas de residuos que se extienden en unos 400 metros cuadrados entre los pinos en un terreno a pie de la carrtera de Porroig, justo en frente de esa roca pintada con el nombre de la conocida casa Lola.

El Ayuntamiento de Sant Josep, alertado por las preguntas de Periódico de Ibiza y Formentera, mandó el lunes a una celadora que tomó constancia de esta situación. Al parecer, hay probabilidades de localizar al a los responsables del terreno a quienes se hará un requerimiento para retiren los residuos, asegura Mònica Fernández, concejala de Medio Ambiente del Ayuntamiento de Sant Josep. En caso de que la propiedad desoya dicho requerimiento se tomarían acciones legales y procedería a retirarlos el Ayuntamiento de manera subsidiaria. Un periplo burocrático que se podría alargar hasta pasado el verano y que la concejala intentará agilizar lo máximo posible.

Hay que tener en cuenta que ha arrancado la temporada de alto riesgo de incendios, y las toneladas de restos de poda acumulados, junto a todo el resto de resíduos son una verdadera bomba de relojería. Una bomba que acumulará horas de calor este verano y que nos lleva más a preguntarnos más ‘¿cuándo va a estallar?' que si va a hacerlo o no. Por lo que urge una solución al respecto, que esperemos que la burocracia en tiempos de virus no retrase hasta que el problema se convierta en tragedia.

Por el buen estado, tanto del metal de los electrodomésticos como de los otros residuos, que no necesitan mucho tiempo a la intemperie para mostrar señales de degradado, cabe pensar que llevan poco tiempo allí. Así que no parece muy descabellado sospechar que, al menos, buena parte de este vertedero se puede haber formado durante el estado de alarma. Y es que al parecer hay quién se ha tomado eso de ‘hacer limpieza' de su casa (la suya propia, no la de todos) durante el confinamiento muy en serio. Tal vez demasiado.

Cuatro vehículos en el vertedero
Poder reencontrarse con la naturaleza tras este largo confinamiento es más que un privilegio. Pasear entre pinos y savinas, en soledad, sin necesidad de guardar distancias de seguridad parecía ser un plan infalible para oxigenarse y olvidar, durante el horario establecido, tanto muro y tanto humano.

No es difícil ver como pájaros o conejos han perdido un poco el miedo y la vergüenza. Pero rápido comprobamos que indivíduos de nuestra especie sigue sin tenerla, la vergüenza. Y es que a alguien se le ha ocurrido que entre los pinos, cerca de Porroig, es un buen lugar para acumular toneladas de residuos.

En primer término, desde la carretera, se puede divisar una gran montaña de restos de poda y césped rodeada de sacos de basura negros llenos de más restos de jardín. Detrás de la montaña un coche volcado, del montón de bolsas negras asoman unas ruedas. Es otro coche. Hay decenas de macetas enormes, de esas negras de plástico en las que los viveros tienen los olivos o palmeras.

Al fondo un perímetro de sacas de obra llenas de escombro flanquean otra gran montaña, esta de palés y maderas, con una furgoneta (ya van tres vehículos) que la separa de la montaña de jardinería. Más montañas, la palabra montón se queda corta para describir la cantidad de sacos de cemento o yeso o de macetas de colorines, que encajadas unas dentro de otras forman unos vistosos cilindros.

Colchones, estufas, sillas de plástico y de oficina, nevera, un horno, un bidé, cintas de cassette y vhs esparcidas por el suelo forman otro conjunto que bién podría encontrarse en el mercadillo de Sant Jordi en la era pre-Covid-19. Un poco más allá se ve un pequeño futbolín y una lata de disolvente, cuando te fijas puedes ver que está sobre la estructura de otro coche, panza arriba y sin ruedas. Es el cuarto vehículo.

Si no se acabara mi horario de desconfinamiento tal vez localizara más coches entre toda esta porquería. Pero hay que volver a casa, que a algunos individuos de nuestra especie todavía conservamos algo de civismo y de vergüenza.

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