Con un gran sentimiento de indignación. Así se encontraba ayer la ibicenca Aída Cortecero después de desplazarse como voluntaria a la zona afectada por la Dana en Valencia. Esta mujer vive actualmente en la localidad valenciana de Lliria, que no ha sido damnificada por la tragedia, y estos días se ha trasladado hasta Catarroja, uno de los pueblos más castigados, para ayudar en las labores de limpieza junto al resto de voluntarios.
«La imagen era desoladora y las calles parecían sacadas de un Apocalipsis. El lodo te llegaba hasta los tobillos y había también cristales y restos de sangre en el fango, incluso olía a descomposición», lamentó esta mujer mientras lloraba de impotencia. En este sentido, destacó que en estos pueblos hace falta mucha ayuda para intentar restablecer la situación porque muchos de los vecinos siguen incomunicados y no pueden abandonar sus viviendas, ya que sus casas están llenas de fango.
«Se nos partía el alma porque muchos vecinos nos pedían ayuda desde sus balcones porque no podían salir de sus casas», lamenta esta mujer, todavía conmocionada después de la situación vivida en Catarroja. En esta misma línea, subrayó que también había gente en sus casas que tuvieron que convivir con un familiar fallecido porque no recibían ayuda. «Cuando llegamos no había ni bomberos ni efectivos del Ejército; sólo agentes de la Policía Local repartiendo agua», explicó muy indignada. También manifestó que a lo largo del día se desplazó un vehículo de bomberos a este pueblo, así como dos camiones militares, pero se quedaron en la zona externa del municipio cuando, según esta mujer, las calles que habían sido afectadas estaban despejadas y estos vehículos podían acceder hasta el interior de Catarroja para ayudar.
«Los dos camiones militares estaban aparcados cerca de una escuela y, de repente, se marcharon del pueblo sin una gota de barro. Tuvieron que ser coches todoterreno de particulares los que, gracias a unas cadenas, sacaron coches del lodo», agregó Aída Cortecero.
Asimismo, también lamentó la «mala gestión» del presidente de la Generalitat Valenciana, Carlos Mazón. «Se habilitaron autobuses desde Valencia para los voluntarios, pero los destinaron a zonas más normalizadas o a centros comerciales, y no a los pueblos afectados para poder ayudar a los vecinos. Yo pude acceder por mi cuenta con un amigo a Catarroja y pudimos llevar escobas, material de limpieza y medicamentos para las víctimas de la Dana», puntualizó esta voluntaria ibicenca.