Dos jóvenes migrantes relataron ayer su peligrosa travesía hasta Ibiza durante el Encuentro de Agentes Sociales en la isla, organizado por Cáritas. Ambos, que actualmente residen en la isla, compartieron las duras experiencias que vivieron hasta alcanzar las costas de Ibiza tras un viaje lleno de riesgos e incertidumbre. Ambos coincidieron en que, a pesar de las dificultades, quieren construir una nueva vida en la isla.
Bakali, un joven de 18 años originario de Mali, llegó a la isla hace un año y medio tras un largo recorrido por el norte de África. «Fui desde Mali a Argelia en diciembre de 2023. Pasé dos semanas en un camión hasta llegar hasta este país», explicó. En ese trayecto, indicó, viajaban hacinadas 45 personas que, una vez en el país vecino, trabajaron durante medio año antes de embarcarse en una patera rumbo a España. «Fue muy peligroso. Éramos 25 personas en el bote. El segundo día se acabó la gasolina en medio del mar», recordó. «Tuvimos suerte de encontrar una patera de la Guardia Civil, que avisó a Cruz Roja para ayudarnos. Gracias a ellos llegamos todos bien a Ibiza», apuntó. Bakali, que ahora reside en la isla e intenta rehacer su vida mientras aprende español y busca empleo.
El segundo testimonio es el de Morched Dridi, de origen argelino, que llegó a Ibiza el pasado mes de agosto tras una travesía de quince días por mar. «No teníamos GPS ni nada. Vimos un barco de Baleària e intentamos que parara, pero se fue. No sabían que no teníamos nada», relató.
Morched aseguró que el viaje fue «muy duro». «Éramos 15 personas en un barco pequeño, con un motor grande. Muy difícil», lamentó e indicó que, a pesar de las dificultades en la isla, mantiene una actitud positiva: «Cada día estoy bien. No pienso mal. Estoy agradecido». Actualmente, vive en la calle o en parques de la ciudad, donde se gana la vida aparcando coches a cambio de unas monedas. «Busco trabajo, pero no tengo papeles. Trabajo por euros, no por cigarrillos; trabajo para poder comer», subrayó. Aun así, intenta regularizar su situación y se muestra agradecido con las entidades que le han ofrecido apoyo. «Cáritas me ayuda con comida y con clases de español. Son muy buenos. Yo estoy estudiando la lengua y aprendiendo poco a poco», aseguró en inglés.
Relación con turistas
Morched habla siete idiomas, lo que le permite comunicarse con turistas de diferentes nacionalidades. «Veo turistas de Alemania o Suecia y puedo hablar con ellos. Les digo que soy una buena persona», comentó, resaltando que su relación con las fuerzas de seguridad de la isla también es buena.
«La Policía Nacional y la Policía Local son muy amables. Una vez llamé a la policía por un suceso y me dieron las gracias por ayudar», relató. Su objetivo es poder quedarse a vivir en Ibiza y traer a su esposa desde Argelia. «Tengo muchos problemas allí. Quiero traerla aquí y empezar de nuevo», explicó
Ambos jóvenes son parte del grupo de migrantes que llegaron a las Pitiusas en pequeñas embarcaciones procedentes del norte de África, arriesgando su vida en el mar. Muchos de ellos reciben atención inicial de Cruz Roja y posteriormente buscan su lugar en la sociedad ibicenca a través de entidades sociales como Cáritas o asociaciones de apoyo a personas migrantes.
Sus testimonios, indicaron desde Cruz Roja, reflejan el lado humano de un fenómeno migratorio que, más allá de las cifras, está marcado por historias de supervivencia, esperanza y búsqueda de un futuro mejor.