Josefa se quedó viuda hace 42 años. A pesar del tiempo transcurrido, este sábado quiso acercarse al Cementerio Nuevo de Ibiza para depositar un gran ramo de rosas rojas en la tumba de su marido. «Con los años se va suavizando el dolor, pero me quedé viuda con dos niños pequeños y no tuve tiempo de pasar el duelo; debí seguir adelante y tirar del carro», explicó.
Según señaló también, aunque las flores no son nada baratas -el ramo le costó unos 50 euros-, consideró que «una vez al año no pasa nada y, desde que murió, siempre le pongo este día rosas rojas».
«También se lo merecía», apostilló.
Para María Paz, sin embargo, este día es «tremendo» puesto que hace tan solo un mes que perdió a su hija. A pesar del dolor, quiso visitar en el cementerio las tumbas de sus padres, aunque ella optó por flores de plástico «porque duran más».
«Este año es tan duro que nadie se lo puede imaginar», lamentó.
María, otra vecina de Ibiza, había optado por llevar flores al cementerio días atrás y preparar con más tiempo las tumbas de sus familiares. «Si puedo, mañana iré a misa», señaló esta mujer, quien explicó que celebra así el Día de Todos los Santos.
Como manda la tradición, todos los cementerios de Ibiza y Formentera se llenaron ayer de visitantes, familiares y amigos de las personas que allí reposan, aunque lo cierto es que por las calles de la ciudad, y en comparación con años atrás, este sábado por la mañana no se veía a tantas personas, ramo en mano, dirigiéndose a los camposantos del municipio. Por contra, no era nada complicado cruzarse con jóvenes todavía disfrazados de Halloween que probablemente regresaban de alguna fiesta.
Incluso el bus lanzadera del Ayuntamiento de Ibiza que estuvo conectando el Cementerio Nuevo con céntricas calles de Vila no registró este sábado tanta afluencia de usuarios como en años anteriores.
Carmen acudió también al Cementerio Nuevo de Ibiza para visitar la tumba de su madre y lo hizo acompañada de sus dos nietos pequeños que, según aseguraron, estaban felices de acompañar a la abuela. Al estar acostumbrados desde niños a visitar el cementerio, lejos de sentirse tristes o asustados, los nietos de Carmen reconocieron que «nos gustar venir».
«Lo vivimos como un día de recuerdo y le cuento a mis nietos cosas de su bisabuela», comentó.
Con sus otros siete hermanos, Carmen había organizado la compra de flores para el nicho de su madre. «Yo he traído un trapito por si hay que limpiar alguna cosa», explicó.
María y Clara cumplieron este año con la tradicional visita al cementerio, aunque los preparativos en las tumbas de sus familiares los llevaron a cabo hace algunos días. «Normalmente, ahora ya no volvemos más al cementerio. Antes sí íbamos más a menudo, pero ahora sólo venimos este día», apuntaron.
Efectivament, es de molt mal gust fer fotos a sa gent que esta dins un cementeri , poc respecte teniu per es difunts i es seus familiars