Un nuevo acuerdo entre las administraciones está permitiendo que se reactive lo que en su día se denominó «Operación Esperanza», un proyecto para acabar con el tráfico de drogas en sa Penya y con la marginalidad que impregna a este barrio de Eivissa. Al nuevo plan no se le ha puesto nombre, pero nace con el mismo objetivo que el anterior aunque existen diferencias en cómo se va acometer.
Los responsables de organizar el nuevo «cerco» a la droga a sa Penya, un mal inexcusablemente a extinguir si se quiere revitalizar la zona, están basando la nueva estrategia en bases que se sustenten en el tiempo y que den resultados a medio plazo. Esta es la primera lección que se ha aprendido tras disolverse el verano pasado, tras cinco meses, el dispositivo policial que rodeaba a sa Penya.
La llegada del verano, así como las necesidades policiales que surgían en la isla al tiempo que el cambio de gobierno en el Ayuntamiento de Eivissa, dieron al traste con logros concretos que se habían obtenido en tan sólo cinco meses: valiosa información sobre los clanes, primeras detenciones y la constatación de «sensación» de asfixia entre los narcotraficantes. A todo ello se suma que hubo personas relacionadas con los estupefacientes que intentaron entonces abandonar este mundo y otros que mostraron sus deseo por reinsertarse.
Los nuevos planes, ahora en marcha algunos puntos y otros en fase de elaboración, también se fundamentan en que la solución a sa Penya pasa por ejecutar eficazmente medidas policiales y sociales. La Dirección Insular y el Ayuntamiento ya trabajan para poner fin a problemas derivados de la marginalidad, como es el caso del absentismo escolar y del estado de abandono que busca perpetuarse.
La «Operación Esperanza» comenzó con vigilancia policial estática en cinco accesos a sa Penya, control a lo que ocurría dentro y vigilancia exterior para detectar nuevos «puntos de venta» que aparecieran. El Ayuntamiento, a su vez, trazaba planes en los campos urbanísticos y de servicios sociales.